viernes, 3 de septiembre de 2010

14: Presentación Inesperada a Mitad de Calle Sobre la Vereda Próxima a un Puente

- Te vas sin saludar siquiera? - me dijo la voz que me llamaba-.

Cuando iba en segundo medio, comencé un noviazgo con una chica llamada Antonia. Como típica historia, todo fue bien en un principio, luego de unos cuantos meses comenzaron los problemas. Aún así yo no la dejaba de lado, la amaba, y hasta el día de hoy me duele que haya terminado conmigo. El último mes estuvo insoportable. No me contaba lo que le pasaba, se quejaba de todo, y comía mucho. Siempre andaba pidiéndome algo de comer, ya fueran chocolates, mi colación, u otras cosas, y si no se las daba, se enfurecía. Todo lo que me dijo José de "piensa positivo" se me vino abajo.

- Ya po'! No me vas a saludar?
- Este... hola...
- Tanto tiempo que ha pasado - me dijo-.
- Pues...

Después de salir del espasmo que me dio, me di cuenta que llevaba un bebé en brazos. Debiera tener quizás 1 año. También vi que José y su novia seguían allí cerca.

- Y esta guagua? De quién es?
- Acaso no lo sabías? Nadie te contó?
- No... qué cosa?
- Gustavito, mi precioso niño, es el motivo por el cual te pateé - me dijo-.
- QUÉ?! - grité alterado-.
- Será mejor que los dejemos solos, amor - le dijo José a Karina-. Nos vemos, socio. Llámame.

Lo primero que pensé fue "no te vayas!", pero después pensé que fue mejor.

- No te entiendo - le dije-.
- A ver... te lo explico con manzanitas? El juego del papá y la mamá? Okay, pasa que el papá y la mamá, estaban muuuy enamorados, y tan así que hicieron las cosas de grande, y la mamá salió premiada con el domingo 7 y nació después este lindo bebé.
- ...

Resulta que ahora tenía un hijo... Dios! Por qué tuve que dejarme llevar esa noche! Si no me hubiera pasado en los tragos, esto no habría pasado.

- Qué? No me vas a decir nada?
- Por qué...
- Por qué... qué?
- Por qué apareces ahora y me dices que este niño es mío?
- No lo dije, pero felicidades! Lo has deducido. Vengo solo para... decirte que no te preocupes de los gastos. Mi familia sudó y sigue haciéndolo por mantener a mi bebé. Yo también tuve que buscar un empleo. No tuve la suerte tuya de poder terminar la media, sabes? Mientras tú despreocupadamente ibas a estudiar y pasarla bien con tus amigos en el colegio, yo usaba mis manos, para qué? Para darle algo que meterse en la boca a Gustavito.

- Y POR QUÉ CH**** VIENES AHORA A DECIRME QUE TIENES UN HIJO MÍO CARAJO?!

La guagua se puso a llorar con mi grito. De un momento a otro me enfurecí. Si mi ex me hubiese dicho en su momento que estaba embarazada, de seguro la hubiera podido ayudar.

- Ya... ya... shh shh... - le decía Antonia al bebé-. Bueno, tengo que irme - sacó un lápiz de su bolsillo y un pedazo de papel-. Cualquier cosa, llámame a este número - me dijo con sonrisa burlona-.
- ...

Me quedé parado ahí en el puente, mirando las aguas sucias del río correr en la dirección en que siempre lo hacían. Comencé a sentir lágrimas correr por mi cara, lágrimas de una desesperación que apareció instantáneamente cuando vi a Antonia. Volvió a aparecer para hacerme la vida imposible...

- Disculpa? Estás bien? - escuché la voz de un hombre, un tanto femenino-.
- Quién...? - me di vuelta, y vi que era el primo de Pamela, Martín-. Oh... quién eres? - le pregunté, haciéndome el que no sabía-.
- Mi nombre es Martín, estás bien?
- Pues... no.
- Oh... qué pena. Sin querer oí toda la conversación que tuviste con esa chica, o bueno, el griterío. Lamento lo que estás pasando...
- Yo también lo lamento - le dije-.
- Quieres ir a tomar algo? Puede servirte de relajo.
- Está bien - lo miré con cara de extrañado-.
- Tranquilo, soy gay, pero no acosador. Ya tengo pareja.
- Ah... - Martín se tomaba su condición normalmente y, según lo que veo, no le daba vergüenza decirle a un desconocido que es así-.
- No te sorprende lo que te dije? - me preguntó-.
- Pues... no.
- Jajaja, qué bien. Bueno, en marcha.

O se comportaba como macho para no dejarme en vergüenza, o le gustaba jugar con esos cambios, pero al verlo ni pinta de marica tenía. Compró un par de helados, y fuimos a una plaza.

- Bien... ahora cuéntame algo de ti, y yo luego te hablaré de mí - me dijo-.
- Este...

martes, 31 de agosto de 2010

13: Kilos Llegan, un Peso Vuelve

Ha pasado un mes desde lo que ocurrió en el restaurante con ese ex-novio. En ese mes Pamela ha estado algo deprimida, pero siempre intenta darme una sonrisa para tranquilizarme. Yo sabía que algo le pasaba, pero ella no quería decirme nada. He visto que su vientre ha aumentado un poco.

- Es que últimamente he comido mucho - me decía ella-.

Me preocupa que esté tan triste. Ella debiera confiar en mí, se supone que soy su novio, pero bueno, prefiero no presionarla. No me gustaría agregarle un problema más a los que ya tiene. Hoy me pasé casi todo el día con José. Necesitaba despejarme y él sabía como hacerme perder el tiempo sin pensar en Pamela. Ella salió con sus padres de visita a donde su primo gay Martín, parece que la mamá de éste estaba algo enferma. José me presentó a su novia, se llama Karina, le llega al hombro a mi amigo, es castaña, de ojos verdes y usa gafas. Es bonita, me habría fijado en ella si no tuviera novia, pero pues... hay que ser fiel. José nos invitó a comer a un restaurante en Estación Central. La comida fue bastante buena, un plato de espagueti con salsa de tomate, y una lámina de queso derretido sobre estos. De postre, un helado de copa de sabor a elección. José pidió uno para él y su novia, y luego de eso, la cuenta. Admiraba tener un amigo con dinero, no por interés, si no porque el mismo se dio la oportunidad de abrir su mundo, y no ser tan pedante. Lo que no me agradaba era estar "tocando el violín" entre José y su novia.

Terminamos de comer, y fuimos a un parque. Allí vimos a unos niños jugar en la pileta, como todo verano, en traje de baño saltando al ritmo de los chorros de agua, gozando de una tarde como cualquier niño sin preocupación alguna. Mi amigo no soltaba nunca la mano de Karina, y como un guía turístico, le mostraba a su novia los lugares, como si ella no conociera donde vive. Igual, ella estaba fascinada. Entre ellos sí que había un amor lindo. Ojalá yo pudiera estar así con Pamela. Ni siquiera sé por qué me siento tan triste...

Ya era hora de volver a casa. Le agradecí la invitación a José, y también el que me hiciera pensar en cosas distintas.

- Relájate amigo. Piensa cosas positivas, mira que las cosas ya se arreglarán, y podrás ser feliz con tu chica... como yo lo soy con mi princesa - dijo, besando la mejilla de Karina-.
- Ay amoor... - decía ella-.
- Bueno, chicos, los tengo que dejar... tengo cosas que hacer - mentí-.
- Okay, cuídate. Nos estamos viendo! - me dijo José-.

Me di media vuelta para caminar al paradero de la micro, cuando a lo lejos escucho un grito que me llama. Me doy vuelta y veo a José, el cual me dice:

- Chuu... qué querrá esta ahora?

martes, 10 de agosto de 2010

12: Ex

- Tanto tiempo, querida? - decía él-.
- Sal de aquí - le respondió ella-.
- Así que no me echabas de menos?
- HA DICHO QUE TE LARGUES DE AQUÍ! - le grité-.
- Y tú quién eres para darme órdenes, sabandija? - me miró enojado-.
- Deja a mi novia en paz! - le dije-.
- Ajajáaa... así que este chico es tu nuevo noviecito? - le preguntó a Pamela-. Veo que no te ha costado nada conseguirte uno nuevo.
- Vete de una vez... - dijo ella en voz baja-.
- Cómo te atreves a decir algo así?! - el tipo me sacaba de casillas, no sé cómo aún no lo golpeaba-. Fuera! Ya basta, deja a Pamela tranquila.
- Ay sí, el héroe viene en rescate de la princesita. Está bien, está bien... me iré. Ha sido un placer volver a verte, Pamela - dijo con una sonrisa burlesca-.
- Fuera...

La gente que estaba en el restaurante en ese momento miraba la escena impactada, pero volvieron nerviosamente a lo que estaban. Evité caer en la furia extrema, y lo conseguí. Ese ha sido un problema mío desde pequeño, me cuesta controlar mi enojo.

- Estás bien? - le pregunté a Pamela-.
- Ahora sí.
- Quién era ese tipo?
- El es Bastian.
- Yaa... y Bastian qué pinta aquí?
- Pasa que Bastian es mi ex-novio, y entró aquí de casualidad, y me vio...
- Él es tu... ex? Oh...
- Lo siento... el entró y luego...
- No, no te preocupes. Ya pasó. Esperemos que, por su bien, no vuelva - le dije-.
- No me gustaría que te pelearas con él...
- Por qué? Te estaba molestando, me está dando razones para pegarle.
- Solo... no lo hagas. Olvidemos este episodio, sí?

Pamela me estaba ocultando algo. Podía presentirlo, pero no sabía qué... Decidimos volver a ocuparnos en el trabajo, hasta que terminó el día. Cuando salimos, la fui a dejar a casa, ella aún tenía cara de bajoneada, y cuando nos despedimos, entró bastante triste a su casa.

Qué le habrá hecho o dicho ese tipo que tenía ahora a mi novia así...?

miércoles, 4 de agosto de 2010

11: Cliente

Al día siguiente ya estaba trabajando en el restaurante. Justo en mi primer día había bastante público. A pesar de todo no fue tan difícil arreglármelas para atender la sección que me tocaba. Lo complicado era aprender a escribir y pronunciar comidas que nunca había conocido. Había clientes bastante exigentes con lo que pedían, y otros que solo se conformaban con un típico café.

Pamela me ayudaba cuando la gente se ponía impaciente, llevando los pedidos a las respectivas mesas. Era definitivamente un día ajetreado. Luego de que las cosas se hubiesen calmado un poco, comencé a limpiar las mesas y el rincón del bar. Ese bar se veía bastante agradable. Tenía una gran variedad de bebidas y licores, y el estilo retro de su ambientación, que desencajaba con el resto del local, le hacía más llamativo.

Ya cerca de las 2 de la tarde, el jefe salió de su despacho, a revisar si todo iba bien. Nos miro, al cajero, a Pamela y a mí, y solo asintió con la cabeza, luego volvió a entrar.

- Dice que quiere que le lleven su almuerzo - me dijo Pamela-.
- En serio? - pregunté sorprendido-.
- Sí, mira, ahí en el mesón está la receta de lo que quiere para hoy.
- No sé cocinar...
- Están todas las indicaciones ahí, amor, no te preocupes.
- Pero...
- Yo sé que podrás - me dijo y me sonrió-.
- Pues... okay...

Fui al mesón, leí la receta. El dueño quería comer lasaña. Lasaña! Cómo se supone que voy a poder hacer un plato así! Ni siquiera huevos fritos se hacer. Traté de seguir los pasos al pie de la letra, no pasarme en sal, ni en otros ingredientes. Cuando estuvo por fin listo el plato, casi lloro de lo bien que olía, lo que me hizo dar cuenta que cocinar era lo mío... jeje, okay, no. Pero le hago el empeño. Preparé la bandeja con todo lo que necesitaría mi jefe para comer, ir me dirigí a su despacho. Lo llamé, y me abrió la puerta.

- Pasa, pasa - me dijo-.

El despacho era enorme, con un gran ventanal en la parte posterior. Le dejé la bandeja en una mesa de centro que allí había, y cuando me disponía a salir, me invitó a tomar asiento.

- Quisiera saber algo más de ti, chico - me dijo el jefe-. Cómo te llamas?
- Este... - me puse nervioso-. Mi nombre es...

Sonó su celular, contestó y trató de hacer la conversación lo más corta posible. Cuando cortó, tomó la bandeja.

- Y dime... qué edad tienes? Vives muy lejos de aquí?
- tengo 18, y vivo a una media hora solamente desde aquí. Digamos que, puedo venirme relajado.
- Ya veo... ya veo... saliste recién de cuarto medio?
- Sí. La semana pasada lo terminé.
- Interesante... la mayoría de los chicos solo está interesado en descansar.
- Pues... ya ve, soy una de las excepciones - le dije-.
- Me agrada tu actitud chico.
- Mi actitud? Pero si no he demostrado nada! - pensé-. Este... gracias!
- No hay de qué. Esta comida, quién la ha hecho?
- Yo señor.
- De veras? Está fabulosa.
- Usted cree?
- Pues claro, la lengua de un experto nunca debe hacerte dudar.
- Oh, sí, ya lo creo - le sonreí, creo que estúpidamente-. 
- Mira chico, me enteré que golpeaste a un hombre fuera del restaurante antes de entrar a trabajar.
- Qu-qué?! C-cómo?
- Da igual. No hay ningún problema, pues no eras mi empleado hasta ese momento, pero si vuelve a ocurrir algo como eso, las consecuencias serán graves, chico.
- S-sí... lo siento, pero no podía permitirme dejar la situación así.
- Te entiendo, los jóvenes son impulsivos y no piensan bien lo que hacen hasta que ya lo hicieron.
- No volverá a ocurrir.
- Eso espero, y espero que me atiendas bien al resto de la clientela.
- Sí, no se preocupe.
- Okay, eso sería todo, puedes retirarte.
- Está bien.

El tipo, para tener cara de Vito Corleone, tenía una personalidad muy carismática y no era desagradable. Pero todo lo que hablamos se me olvidó al salir... porque vi a un cliente acosando a Pamela...

martes, 3 de agosto de 2010

10: "Vladimir's Food"

Me vestí con lo primero que encontré. Me veía, a mi parecer, presentable. No sabía donde ir a buscar empleo, y no tenía ningún papel. Así que lo primero que se me ocurrió fue ir al restaurante de mi novia. Si lograba conseguir empleo ahí, podría compartir más tiempo con ella. De solo imaginarlo me ponía nervioso!

Salí de casa, y me fui caminando lentamente, aunque el ritmo de la canción que escuchaba era bastante rápido.

- "Parápaparápapára parapápaparápapá" - iba tarareando-.
- Estúpido! Mira antes de cruzar! - escuchaba a lo lejos, detrás del sonido de mis audífonos-.

Debo haber tardado como una hora en llegar. Cuando entré, un cliente estaba tratando mal a Pamela.

- Cómo se le ocurre?! Pedí té negro, no un té de manzanilla!
- Perdone señor... no volverá a suceder - decía ella con miedo-.
- Claro que no sucederá! Nunca más vendré a este restaurante! Ni pienses que pagaré, adiós!

El tipo salió, y yo lo seguí un par de metros, le agarré el hombro, y el se dio vuelta. Me miró con cara como si quisiera robarle. De inmediato le planté un puñetazo en la cara, el cual lo dejó medio sangrando.

- Con mi novia no te metes nunca más - le dije-.

La gente que transitaba por ahí me miró asustada, menos mal que no había ningún guardia o policía por ahí, así que me salvé.

Volví al restaurante, y al entrar, encontré a Pamela llorando sobre el mesón donde está la caja. Me acerqué lentamente, y la abracé por detrás. Cuando se dio cuenta que era yo, me apretó fuertemente y me agradeció estar ahí.

El cajero, que al fin se había avispado, le trajo un vaso con agua a Pamela, y luego de un rato se calmó.

- Qué te trae por aquí? - me preguntó tímidamente-.
- Vengo a... vengo a buscar empleo.
- Oh! Trabajar juntos, qué lindo sería eso! Espera, que llamo al jefe.

De un momento a otro se marchó corriendo en busca del jefe, y me dejó solo junto al bobo cajero. Cuando volvió con el jefe, me asusté de ver a tremendo hombre - era alto- en un edificio de pisos tan pequeños.

- Jefe - le decía ella-, él es...
- Contratado! - me dijo-.
- Qu-qué? Tan... rápido?!
- Estamos cortos de personal, no nos vendría mal una mano. Mañana quiero tus papeles en mi escritorio a las ocho de la mañana - y diciendo esto se volvió a su oficina-.
- Felicidades! - dijo mi novia-. Ahora estaremos juntitos - me sonrió, olvidándose de lo mal que lo había pasado minutos antes-.


lunes, 2 de agosto de 2010

9: Celular

Me fui a mi cuarto, y prendí el computador. Me conecté a messenger y vi a Pamela. Me puse como desconectado para que nadie más me hablara, y comencé a charlar con mi chica. Le hablé de la visita que tuve de José y lo raro que se comportaron él y la Graciela. Me dijo que quizás una historia turbia había detrás de todo eso. En un momento cambié mi nick a "Pyol", y ella no tardó en preguntarme que qué o quién era "Pyol", y cuando le dije que era el nombre que había escogido para mi guitarra, se alegró mucho. Le fascinó. Seguimos hablando, pero en ningún momento tocó el tema de Flo. Entendí que era algo suficientemente personal como para dejarlo a una conversación en persona. Seguimos conociéndonos, viendo qué gustos teníamos en común, música, entretenciones, comidas... se me hizo eterna aquella conversación, pero fue maravilloso gastar mi tiempo en ella. Cuando ya era cerca de medianoche, le ordenaron irse a dormir. Me dejó anotado su número de celular... el cual tardé menos de 10 segundos en tener anotado en mi lista de contactos. Decidí marcharme también, y ya acostado, le mandé un mensaje a Pamela:

"Hace tan poco q te conozco y ya t amu muxho mi bella princesa, espero mañana podamos vernos y estar juntos un rato, un beso y un abrazo, sueña lindo..."

Al rato me llegó un mensaje diciendo: "Estaba esperando que me mandaras uno". Después de eso estuvimos hasta como las tres de la mañana hablando por mensajes. Bendito sea el que los dejó baratos! A pesar del sueño, pude conocer cada segundo un poco mejor a mi novia, a mi princesa de ojos verdes...

Al otro día, temprano, mi madre llegó con una bandeja a mi pieza, me traía el desayuno. Me acomodé y miré a mi madre con la típica cara de bobo de alguien que recién despierta.

- Buenos días hijo - me dijo en tono infantil-.
- Hola, mamá. Bwaaaaah... qué hora es?
- Son las siete y media de la mañana.
- QUÉ?! Por qué tan temprano?!
- Pues... anoche mientras dormías, murmurabas algo de conseguir empleo, que querías estar más cerca de ella...
- De-de veras?
- Sí, así que desayuna, vístete y sal a buscar empleo - me ordenó-.
- Pero mamá! Era solo un sueño!
- No te haría mal trabajar un poco...
- Pero es verano!
- La vecina nueva no reclama nada por tener que trabajar...

Ahí me mató. Decidí comer en silencio, vestirme y partir a quién sabe dónde a buscar quién sabe qué empleo...

domingo, 1 de agosto de 2010

8: Graciela

Cuando llegué a casa, mi madre estaba con la Graciela, frente al televisor tejiendo un chaleco cada una. Veían la segunda teleserie de la maratón diaria que se hacían. Que el José Alfredo esto, que la Maria Gabriela lo otro, bla,bla... las típicas teleseries cebolleras con harto personaje inútil. Me fui a mi pieza, guardé a "Pyol", y me tiré a la cama un rato... comencé a pensar vagancias...

La señora Graciela es viuda. Mi madre me contó que el marido de ella murió hace como diez años, en un tiroteo. Estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada. La bala le impactó directamente en la sien, matándolo de inmediato. Graciela estuvo de duelo un año y medio, y completamente sola. No tenía hijos, su familia estaba lejos... hasta que conoció a mi madre. Se conocieron en la feria, y se hicieron amigas. No sé por qué me acordé de esta historia, pero quizás en algún momento sea más relevante. Mi celular comenzó a vibrar. Me estaba llamando José.

- Aló? - dije-.
- Hola, compadre, estoy afuera de tu casa, puedo pasar? - me dijo-.
- Cómo? Emm... sí, sí, espera, ya voy.

Abrí la puerta principal, invité a José a pasar, y ocurrió algo que no me lo esperaba. José me saludó, saludó a mi madre, y le dio una mirada de muerte a Graciela, la cual ella le devolvió. Lo hice pasar a mi pieza, y me volví a tirar en mi cama.

- Oye, qué onda con la señora? - le pregunté-.
- Nada... nada, olvídalo.
- Hmm... bueeeno.
- Ok, entonces, a lo que venía. No te parece raro que haya cruzado una comuna entera solo para venir a tu casa y darte una espectacular noticia? - me preguntó algo emocionado-.
- Emm... sí, demasiado. Por lo general siempre rehusas venir a mi casa.
- Pues mira lo que tengo aquí! - me mostró un par de volantes-. Es genialísimo!

Eran unos volantes para un recital. Un recital que obviamente emocionaría a mi amigo José, pero que no iba con mis gustos. A veces me pregunto cómo podíamos ser mejores amigos si éramos tan diferentes.

- O sea! Es Lady GaGa, ya? No me la puedo perder!

A veces a mi amigo se le salían las frases un tanto gays, pero al menos podía estar seguro que no lo era. Tiene novia, aunque solamente la he visto un par de veces.

- Qué bien! - le dije con tono de desinterés-.
- Vamos, sé que no te gusta, pero quería compartir mi emoción contigo, amigo - me dijo y me sonrió-.
- Jeh, llevarás a tu novia?
- Claro! A ella también le gusta mucho. Iremos a primera fila.

Olvidé que los padres de José eran adinerados.

- Espero y la pasen bien - le dije-.
- Gracias! Oye, y cambiando de tema... tu novia? - me preguntó-.
- Llegué hace un par de minutos de su casa.
- Ooooo-oooh, y... pasó de todo?
- Cómo se te ocurre, viejo. No, ahí estuvimos tocando un rato, y conversando.
- Que se tocaron?! - me preguntó alterado-.
- No! Música, yo llevé mi guitarra, y ella tiene un violín.
- Oh... genial. Me gustaría escucharla alguna vez.
- Ahí veremos...
- Es linda?
- Es hermosa...
- Aaaww... siempre fuiste así...
- Así cómo?
- Un tierno enamoradizo al cual siempre tenía que bajar de las nubes para que actuara racionalmente! - se rió después de eso-.
- Ey! Ya para! - nos pusimos a reír, me gustaba compartir momentos así con mi amigo-.

Estuvimos charlando banalidades como dos horas. Las señoras se reían en el living de la comedia que estaban dando. Le hablé a mi amigo de lo maravillosa que encontraba a Pamela, de las cosas que sentía, y él también me hablaba de cosas que había hecho con su novia y cosas que haría. Cuando ya pasó bastante rato, decidió marcharse, pero mi madre lo invitó a tomar once.

- No, tía, gracias. Tengo cosas que hacer - me fijé que miró de reojo a Graciela-.
- Deja que se vaya no más este chiquillo! - dijo la implicada-.
- Hmm... - murmuró-. Nos vemos, cuidate amigazo, nos vemos tía!

Y se marchó. Qué mosca le habrá picado a la señora Graciela que miraba a mi amigo así?

sábado, 31 de julio de 2010

7: "Flo"

Tenía un violín. Un hermoso violín eléctrico negro, reluciente, impecable. Quedé impactado al verlo. Pamela lo sacó de su estuche con cuidado, dejó el estuche a un lado y comenzó a tocar. El tema que tocaba, aunque más lento, me parecía muy conocido, cuando por fin me di cuenta, era "La Rosa de los Vientos", de Mägo de Oz. No podía cerrar mi boca de lo impresionado que estaba. Cuando terminó de tocar, me paré y le pedí que me esperara un poco.

Corrí a mi casa, saqué la guitarra acústica, la guardé en el estuche y partí de vuelta a casa de Pamela. Casualmente, mi guitarra también era negra. Llamé nuevamente al timbre, entré y la saqué. Le pedí que tocara nuevamente la canción. Cuando llegó a la parte del coro, me uní a ella, y compartimos uno de los momentos más hermosos de nuestro nuevo "noviazgo".

Qué raro era llamarlo así, como que aún no me acostumbraba, pero sonaba lindo, y con una persona que sentía cosas, y que también correspondía esos sentimientos.

- Cómo se llama? - me preguntó-.
- Qué cosa?
- Tu guitarra, cómo se llama?
- Este... no tiene nombre - respondí-.
- Oh! Qué mal...
- Por?
- Pues... no sé, solo... pienso que entonces no le tienes mucho aprecio. Yo a mi violín le puse "Flo" por... un viejo recuerdo que aún no se me borra...
- Qué pasó? Quieres contármelo? - le pregunté-.
- Verás... cuando me acuerdo, me entra la pena...

No hallé otra solución que pararme, me acerqué a ella, y la abracé fuerte. Ella me correspondió el abrazo, y apretaba sus manos, luego comencé a sentir algo tibio en mi pecho, comenzó a llorar.

- Mi amiga... la Flo, como le decíamos... Se fue... se fue para siempre - me dijo-.
- Eran muy cercanas? - le pregunté en voz baja-.
- Era como mi hermana... mi hermanita pequeña - lloraba con mucho dolor, en cada sílaba que pronunciaba sentía dolor. Me hacía imaginar lo que pasó-.
- Lo lamento mucho...
- Gracias. Ya han pasado dos años y aún lo recuerdo como si fuera ayer.
- No quieres hablar de eso? - le pregunté-.
- En otra ocasión - me dijo, e intentó sonreír-.
- Como quieras, amor.

Se alejó de mi, me miró y volvió a apretarme entre sus brazos. Le acaricié el cabello, tratando de consolarla como pude. Pasó un rato, nos quedamos quietos. Ella paró de llorar... se secó las lágrimas, me volvió a agradecer, y nos besamos suavemente. Cada vez me gustaba más estar con ella. Luego de que se tranquilizó un poco, tocamos un par de canciones más. Ella con "Flo", y yo con "Pyol", nombre que se me vino a la mente mientras todo esto ocurría, y que aún no le decía a mi novia...

viernes, 30 de julio de 2010

6: Propuesta

Estuvimos en la misma posición unos largos y hermosos segundos. Yo sentado frente al computador, y ella de pie, tomando mi cara entre sus manos. Recibí ese beso con unos ojos sorprendidos, pero después los fui cerrando para disfrutar aquel momento. Me sentía tan... bien, a pesar de que recién nos estábamos conociendo, y que la iniciativa la tomó ella. Luego de otro par de segundos, alejamos nuestros labios lentamente.

- Lo... lo siento - me dijo-.
- No te preocupes - le respondí-. Fue algo mutuo...

Cuando dije eso vi cómo se ruborizaba, ahora que lo pienso, era la chica más bella que en mi vida había visto. Sus ojos verdes me miraban tímidamente, le dediqué una sonrisa, y escribí lo que me dijo.

- Aunque... no crees que sería demasiado apresurado? - le pregunté-.
- Pues... sería la mejor manera de conocernos.
- Y tus padres?
- No te preocupes por ellos, lo entenderán - me sonrió-.
- Okay.

De a poco iba perdiendo el temor. Como que después de aquel beso fui calmándome y pude controlar mis emociones. Ya sabía que esa atracción era correspondida, ahora lo único que había que hacer era empezar a trabajar en ese hermoso sentimiento. Cuando se lo dije a José, me preguntó si le estaba tomando el pelo. Le hice un cobro de sentimientos, así de "cómo puedes desconfiar de mí?", hasta que me creyó. Luego de eso, nos llamaron a la mesa, así que dejé a mi amigo con las ganas.

Pasó algo así como una hora, soportando toda clase de historias antiquísimas que cuentan los mayores, hasta que llegó el momento en que, lamentablemente (solo por Pamela), tendrían que irse...

- Te gustaría venir mañana a mi casa? - me preguntó-. Quisiera mostrarte algo.
- Ah, sí? - le pregunté-. Qué cosa?
- Anda y verás - me dijo, y me dio un beso en la mejilla de despedida-.
- Gracias por la invitación! - dijeron los padres de Pamela-.
- Cuando quieran vecinos - dijo mi madre-.

Cuando las otras señoras se marcharon, me tiré en el sofá como "qué cansado estoy!", y mi madre llegó a mi lado, se sentó, y me dijo:

- Así que esta chiquilla ya te invitó a su casa?
- Eh? De qué hablas mamá?
- No te me hagas el tonto hijo, la escuché invitándote. No tengo problemas en que vayas, pero ten cuidado.
- Nos besamos.
- Oh... - fue toda su reacción-.
- No me dirás nada?
- Qué quieres que te diga? Eres hombre, estás en edad ya, qué tengo que meter narices yo?
- Pues... darme algún consejo?
- Solo... no te apresures, hijo. No me gustaría que una mala decisión te haga daño más adelante.
- Claro, fue lo primero que pensé...
- Y?
- Y qué?
- Cómo fue?
- Mamáa! Eso no se pregunta.
- Ay! Soy tu madre, ya, cuéntame.
- Prométeme que no le contarás ni a la Josefa, ni la Carmela, ni la Rosalinda, ni a la Dolores.
- Claro, le contaré solo a la Graciela.
- NO! A ella menos - si tuviera que expresar mi cara en ese momento, en messenger habría sido como esta "e.é!"-.
- Bueno, bueno... te lo prometo hijo.

Luego de eso permanecí un rato más tirado ahí. Mi mamá se fue a ver las teleseries nocturnas, aunque se queda dormida rápido, pero si le apago el televisor me reta. Fui a mi cuarto, me puse el pijama y me acosté.

Al otro día, ya en la tarde, me propuse salir a casa de Pamela. Me dejó su dirección anotada en una hoja sobre mi escritorio, así que no me fue difícil llegar. Toqué el timbre, y salió ella, con sus chapulinas negras, unos bermudas, una camiseta casual, y el pelo tomado. Cada día lograba verse más linda...

- Pasa, pasa - me dijo-.
- Bueno...
- Estoy sola ahora, estaba ordenando un poco antes que llegaras, espero no te moleste el desorden.
- Está sola... qué me querrá hacer! - pensé-. No te preocupes, no pasa nada.
- Siéntate. Iré a buscar algo, lo que quiero mostrarte.
- Okay.

Fue a su habitación, y volvió con un estuche en sus manos. Un estuche de uno de mis instrumentos musicales favoritos.

- Te presento a "Flo", mi violín - me dijo-.

jueves, 29 de julio de 2010

5: En la Habitación





Me quedé mirándola fijamente a los ojos. Ella no podía ver los míos pues llevaba mis lentes de sol. Estuvimos un par de segundos así, y ella acercó sus manos, me levantó los lentes y dijo:

- Qué lindos ojos tienes.
- Tú también, Pamela... - fue lo único que salió de mi boca-.
- Bueno, sigamos? - me cortó la emoción-.
- S-sí, vamos.

Llegamos al almacén, y la señora que atendía me miró con cara de "1313"(1), y miró a Pamela, se rió, me dio el vuelto y se fue a hacer sus quehaceres en la casa.

- Qué onda esa señora? - me preguntó Pamela-.
- Anda haciéndose la graciosa, como siempre... - le dije-. Apurémonos, que ya deben estar impacientes.
- Okay.

Aceleramos el paso un poco más, no por estar atrasado, sino que en ese momento me cohibí tanto que no quería estar mucho tiempo solo con ella. Entramos a mi casa y dejamos las bebidas en la cocina. Volvimos a la conversación aburrida donde estaban los más grandes.

- Y cuando el chofer de la micro le dijo eso a la señora, todos se mataron de la risa! - contaba el papá de Pamela-.
- Hahahahahaha! - se reían las locas señoras-.
- Emm... - murmuré-.
- Están aburridos? - preguntó mi madre-. Por qué no le muestras tu guitarra a Pamela, hijo?
- Ma-mamá! - le grité nervioso-.
- Tienes una guitarra? - me preguntó Pamela-. Me la enseñas? Quisiera saber cómo tocas.
- Bu-bueno...
- Ahí yo los llamo para tomar once - me dijo mamá-.
- Bueno...

Entramos a mi pieza, me senté en un rincón alejado de Pamela, y ella miraba mi ambiente. Miraba las carátulas de distintas bandas, mis torres de cd's, mis películas y mis videojuegos. Cuando llegó a la guitarra, la tomó, la miró fijamente, y me la acercó como cuando un niño te presta su juguete, y me pidió que tocara algo.

- Pues... ahora estoy aprendiéndome una canción de una serie japonesa.
- Te gusta el anime? - me preguntó-.
- No. Solo esa canción que me mandaron. Veamos...

Busqué mi uñeta de "Paramore" y comencé a tocar. Pamela me miraba fijamente, y miraba mis dedos moverse para tocar cada nota.

- Quieres que te cante? - le pregunté, sabía que estaba rojo, pero la guitarra en cierto modo me relajaba-.
- Me encantaría - me respondió-.
- Okay, aquí va. Uno, dos, tres... "Harsh words were said, and lies were told instead..."

Le canté toda la canción, ella suspiraba, me miraba, y al final terminó llorando. Entendió la 

letra de la canción, y se conmovió con ella.


- Es hermosa - me dijo-. Cantas con mucha emoción en tu voz...
- Solo trato de entrar en el sentimiento del cantante - le dije-.
- Me gustó mucho escucharte - me dijo-.
- Gracias... - me sonrojé, qué novedad-. Este...
- Pasa algo? - me dijo, aún secándose las lágrimas-.
- N-no... nada - miré algo desanimado el suelo-. No pasa nada...
- Vamos, dímelo.
- Pues... - dudé, pero al final lo hice-. El día que te vi, me atrajiste...
- Ah...
- No quería decirlo, pues era algo muy apresurado...

Me atreví a mirarla a la cara, pero ella estaba mirando hacia abajo, también tenías sus mejillas rojas.

- Lo siento - le dije-.
- No... no te preocupes -me miró e inesperadamente, me sonrió-.
- Eres muy hermosa - le dije-.
- Tú también - me dijo-.

La miré sorprendido. No pensé que una chica como ella me diría en tan poco tiempo algo así. Nos quedamos un largo rato en silencio, hasta que encendí mi computador. Me conecté a messenger, y Pamela me da su correo para agregarla. Unos segundos después, se conecta José y me comienza a hablar.

- Hola! - me saludó-.
- Buenas - le respondí-. Lo siento, le diré que estamos ocupados - le dije a Pamela-.
- Okay - me dijo ella-.
- Y? Cómo te fue? Ya es tu novia? Jajajaja!

Pamela vio eso. De inmediato me avergoncé, y quise matar a José. Quería darle puñetazos en la cara, pero ese deseo desapareció cuando Pamela me habló.

"Dile que sí", me dijo, y me besó...




1.- "1313" es como una señal con las cejas de "estás matando", "ahora te toca", o "ya es tuy@".

miércoles, 28 de julio de 2010

4: Vecinos Nuevos, Acción Inesperada

Llegué a mi casa, y cuando abrí la puerta vi que estaban las amigas de mi madre. Las saludé de lejos, saludé a mi madre y me fui a mi cuarto. Tenía que arreglarme para la bienvenida que le darían estas señoras a los vecinos nuevos... y a Pamela. Busqué en mi closet la mejor ropa que tuviera para ponerme (ropa la cual José me ayudó a comprar, a los dos nos gustan las modas pero yo no sé combinar muy bien), opté por una camisa escocesa, unos pitillos negros, su chapulina tradicional, las negras esas con punta blanca, un gillet y un cinturón de cuadros. Pero antes de eso debía ducharme. Menos mal que el baño estaba fuera de la vista de aquellas señoras. Me di un relajante baño, y cuando salí, me vestí y me alisé el pelo. Sí, lamentablemente, soy crespo, y no me gusta como se me ve el pelo natural. Me miré en el espejo de mi cuarto, y me dije: "Sí, ahí estoy listo".

Ya había pasado un buen rato, y estaba casi anocheciendo. Las visitas llegarían a las seis, tenía una hora para reflexionar sobre qué le hablaría a Pamela. Estaba sintiendo cosas por ella, y no quería causar una mala impresión. Estaba muy nervioso... desde la conversación en el restaurante, sentía esas mariposas en la guata que me daba gustito pero miedo a la vez. Esos ojos verdes que me miraban fijamente no podía quitármelos de la cabeza... Di vueltas en mi cuarto sin saber qué hacer, y en un momento me quedé parado, miré mi guitarra y decidí tocar algo un rato. La canción que quería sacar ahora era de una serie de animación japonesa que la María me pasó al mp4. No me gustan las cosas japonesas pero esta canción me mató. El tono triste del cantante me llega hasta lo más profundo... Comencé a practicar, y en eso se me pasó el rato.

DingDong! No! El timbre! Me puse nervioso de inmediato. Me temblaban las piernas, y las manos me comenzaron a sudar.

- Hijo! Puedes abrir la puerta? Estoy algo ocupada! - me dijo mi madre desde la cocina-.
- Es que acaso ninguna de tus amigas puede abrir? - me dije-. Ya voy...

Me sequé el sudor de las manos, respiré hondo y fui a abrir. La persona que apareció delante mío era una señora.

- Hola, buenas tardes, soy Gabriela, la vecina nueva, mucho gusto! - dijo con una sonrisa, ya veo de donde sacó sus rasgos Pamela-.
- Buenas tardes, un gusto. Pase, pase por favor, siéntese - le dije-.
- Mi marido ya viene en camino - dijo la mujer-.
- Hola de nuevo! - me dijo Pamela-.
- Ho-hola, jeje... - no podía verse más hermosa-. Cómo estás? - nos dimos un beso en la mejilla-.
- Bien, algo cansada pero bien. Llegué un poco justa del trabajo.
- Oh... - ya me había sonrojado-.
- Linda camisa - me dijo y me sonrió, luego de eso se fue a sentar al sofá-.

Todo lo que tenía planeado se esfumó de mi mente. Las señoras me miraron y no pude hacer más que ir al baño. Estaba rojo, esa chica si que lograba efectos inmediatos en mí. Me quedé ahí hasta que volví a mi color normal. Cuando salí del baño, ya había llegado el padre de Pamela, un señor a respetar. Su sola presencia inspiraba algo de miedo.

- Joven, mucho gusto - me dijo-.
- Igualmente - nos estrechamos las manos-.
- La verdad - dijo el caballero-, nunca nos habían hecho una bienvenida como esta. Siempre pasábamos desapercibidos en los lugares que vivíamos. Por eso mismo nos mudamos bastante...
- Pues aquí en el barrio somos todos bien amigables - dijo la señora Dolores-.

Comenzaba la conversación adulta que aburría. Pamela se reía como por obligación de los chistes aburridos de los más viejos, y yo estaba apoyado en la mesa, observándola fijamente...

- Hijo, puedes ir a comprar unas bebidas al almacén?
- Emm... cómo? - estaba concentrado en Pamela-. Ah... ah, sí, claro, voy.
- Si quieres puedo acompañarte - dijo Pamela-.
- S-sí, claro... No! Emm... no, mejor voy yo nomás.
- No seas maleducado hijo - me dijo mamá-, así se conocen un poco más, no?
- Cuidadito con decirle ordinarieces a mi hija - me dijo el padre, y se largó a reír-.
- N-no! Claro que no! No se preocupe. Yo... este... vamos? - le pregunté nervioso a Pamela-.
- Okay.

Salimos de mi casa, y comenzamos a caminar. En silencio. Ella iba con sus manos tomadas detrás y yo con las mías en los bolsillos, mirando a todos lados y silbando. Faltaba como una cuadra para llegar al almacén, y ella rompió el silencio.

- Sabes? Desde el momento en que te conocí, que me agradaste mucho - me dijo-.
- En-en serio? - pregunté-.
- Sí, aunque no sé por qué te pones tan nervioso...
- Ah... pues...
- Creo que podríamos ser buenos amigos - me dijo-.

En ese momento morí. Sentir ese beso en la mejilla fue lo máximo. Sus labios suaves, y tibios, posados sobre mi recién afeitada mejilla, fue una de las sensaciones más bonitas que en mi vida habría sentido...