Tenía un violín. Un hermoso violín eléctrico negro, reluciente, impecable. Quedé impactado al verlo. Pamela lo sacó de su estuche con cuidado, dejó el estuche a un lado y comenzó a tocar. El tema que tocaba, aunque más lento, me parecía muy conocido, cuando por fin me di cuenta, era "La Rosa de los Vientos", de Mägo de Oz. No podía cerrar mi boca de lo impresionado que estaba. Cuando terminó de tocar, me paré y le pedí que me esperara un poco.
Corrí a mi casa, saqué la guitarra acústica, la guardé en el estuche y partí de vuelta a casa de Pamela. Casualmente, mi guitarra también era negra. Llamé nuevamente al timbre, entré y la saqué. Le pedí que tocara nuevamente la canción. Cuando llegó a la parte del coro, me uní a ella, y compartimos uno de los momentos más hermosos de nuestro nuevo "noviazgo".
Qué raro era llamarlo así, como que aún no me acostumbraba, pero sonaba lindo, y con una persona que sentía cosas, y que también correspondía esos sentimientos.
- Cómo se llama? - me preguntó-.
- Qué cosa?
- Tu guitarra, cómo se llama?
- Este... no tiene nombre - respondí-.
- Oh! Qué mal...
- Por?
- Pues... no sé, solo... pienso que entonces no le tienes mucho aprecio. Yo a mi violín le puse "Flo" por... un viejo recuerdo que aún no se me borra...
- Qué pasó? Quieres contármelo? - le pregunté-.
- Verás... cuando me acuerdo, me entra la pena...
No hallé otra solución que pararme, me acerqué a ella, y la abracé fuerte. Ella me correspondió el abrazo, y apretaba sus manos, luego comencé a sentir algo tibio en mi pecho, comenzó a llorar.
- Mi amiga... la Flo, como le decíamos... Se fue... se fue para siempre - me dijo-.
- Eran muy cercanas? - le pregunté en voz baja-.
- Era como mi hermana... mi hermanita pequeña - lloraba con mucho dolor, en cada sílaba que pronunciaba sentía dolor. Me hacía imaginar lo que pasó-.
- Lo lamento mucho...
- Gracias. Ya han pasado dos años y aún lo recuerdo como si fuera ayer.
- No quieres hablar de eso? - le pregunté-.
- En otra ocasión - me dijo, e intentó sonreír-.
- Como quieras, amor.
Se alejó de mi, me miró y volvió a apretarme entre sus brazos. Le acaricié el cabello, tratando de consolarla como pude. Pasó un rato, nos quedamos quietos. Ella paró de llorar... se secó las lágrimas, me volvió a agradecer, y nos besamos suavemente. Cada vez me gustaba más estar con ella. Luego de que se tranquilizó un poco, tocamos un par de canciones más. Ella con "Flo", y yo con "Pyol", nombre que se me vino a la mente mientras todo esto ocurría, y que aún no le decía a mi novia...
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