"BIBLIOTECARIO MUERE DE UN ATAQUE CARDIACO" ; "SE INVESTIGA LA MUERTE DE BIBLIOTECARIO EN EXTRAÑAS CIRCUNSTANCIAS" ; "UN PLAN MALÉVOLO DE LA AYUDANTE?".
Estaba en titulares lo que había ocurrido la noche anterior. Corrían ya los rumores por toda la ciudad, la prensa comenzaba a juzgar, a echarle la culpa a alguien o a algo, la primera sospechosa fue la ayudante, pero pues, el informe de los forenses dictaba otra cosa.
Lucía Rodríguez entró en el pasillo 1... pasó por el pasillo 2, y así sucesivamente en su rutina diaria de revisión de limpieza, hasta que llegó al pasillo número 6, y vio a su jefe tirado en el suelo con un libro en la mano. Los libros que llevaba en brazos, como reacción inmediata se le cayeron de los brazos, y sin importarle lo viejos que eran, lo primero que hizó fue correr hacia el viejo bibliotecario.
- Jefe! Jefe! -decía Lucía-. Respóndame jefe! Está usted bien?
Al no recibir una respuesta o una reacción, se alarmó demasiado, y corrió al despacho, cogió el teléfono, y lo primero que hizo fue pedir una ambulancia. Pasó el rato, pero no solo llegó la ambulancia, si no que la policía, y por supuesto, la prensa. Alarmada, fue a atender en Recepción a los principales de cada grupo, haciéndolos pasar y guiándoles al lugar donde se encontraba el viejo. El médico, el policía y el periodista miraron fijamente la expresión del viejo, meditaron un poco, se miraron entre sí, luego a Lucía, y por último, el policía decidió romper el silencio.
- Señora...
- Señorita, y mi nombre es Lucía, Lucía Rodríguez.
- Muy bien, señorita Lucía, necesito que mañana a primera hora se pase por la comisaría, me gustaría compartir una conversación con usted.
- Ningún problema, señor.
El médico comenzó a hacer los primeros exámenes generales al cuerpo del bibliotecario, el policía le pidió al periodista que se retirara, y éste último, casi obligó a Lucía a que lo siguiera para hacerle preguntas. Ésta, entre dientes, refunfuñó algo inentendible, pero aceptó. Se marcharon a Recepción, y ahí se sentaron en un sofá.
- Señorita... Lucía, ese es su nombre, si mal no recuerdo?
- Sí. Usted es...?
La pregunta fue chocante para el periodista, creía que era alguien conocido.
- Mi nombre es Emanuel Uribe, trabajo para el periódico "La Sexta", y quisiera hacerle un par de preguntas.
- Lo siento mucho, pero no le responderé ninguna pregunta sin antes haber hablado con el policía, creo que es él quien debe enterarse de todo primero, no?
El periodista se estaba enojando. Era un hombre de poca paciencia, y con las respuestas cortantes de Lucía, estaba llegando a su límite.
- Grr... okay okay, la dejaré en paz, pero conseguiré que usted me de respuestas, señorita.
- Claro -le respondió Lucía con una sonrisa-. La puerta está por ahí.
E indignado, el periodista se marchó. La ayudante decidió cerrar la biblioteca, se sentía agotada, así que fue donde los otros dos tipos a pedirles que se marcharan. Sorpresivamente, aceptaron sin poner "peros". Aunque la única condición que acordaron los 2, fue que se mantuviera el cuerpo en el mismo lugar. Lucía aceptó, lo único que quería era que se marcharan.
Con esto, se despidió de los hombres a la salida, y cerró con llave la puerta de la biblioteca.
No se habría ido tan tranquila a casa de haber sabido lo que le esperaba al día siguiente...
Estaba en titulares lo que había ocurrido la noche anterior. Corrían ya los rumores por toda la ciudad, la prensa comenzaba a juzgar, a echarle la culpa a alguien o a algo, la primera sospechosa fue la ayudante, pero pues, el informe de los forenses dictaba otra cosa.
Lucía Rodríguez entró en el pasillo 1... pasó por el pasillo 2, y así sucesivamente en su rutina diaria de revisión de limpieza, hasta que llegó al pasillo número 6, y vio a su jefe tirado en el suelo con un libro en la mano. Los libros que llevaba en brazos, como reacción inmediata se le cayeron de los brazos, y sin importarle lo viejos que eran, lo primero que hizó fue correr hacia el viejo bibliotecario.
- Jefe! Jefe! -decía Lucía-. Respóndame jefe! Está usted bien?
Al no recibir una respuesta o una reacción, se alarmó demasiado, y corrió al despacho, cogió el teléfono, y lo primero que hizo fue pedir una ambulancia. Pasó el rato, pero no solo llegó la ambulancia, si no que la policía, y por supuesto, la prensa. Alarmada, fue a atender en Recepción a los principales de cada grupo, haciéndolos pasar y guiándoles al lugar donde se encontraba el viejo. El médico, el policía y el periodista miraron fijamente la expresión del viejo, meditaron un poco, se miraron entre sí, luego a Lucía, y por último, el policía decidió romper el silencio.
- Señora...
- Señorita, y mi nombre es Lucía, Lucía Rodríguez.
- Muy bien, señorita Lucía, necesito que mañana a primera hora se pase por la comisaría, me gustaría compartir una conversación con usted.
- Ningún problema, señor.
El médico comenzó a hacer los primeros exámenes generales al cuerpo del bibliotecario, el policía le pidió al periodista que se retirara, y éste último, casi obligó a Lucía a que lo siguiera para hacerle preguntas. Ésta, entre dientes, refunfuñó algo inentendible, pero aceptó. Se marcharon a Recepción, y ahí se sentaron en un sofá.
- Señorita... Lucía, ese es su nombre, si mal no recuerdo?
- Sí. Usted es...?
La pregunta fue chocante para el periodista, creía que era alguien conocido.
- Mi nombre es Emanuel Uribe, trabajo para el periódico "La Sexta", y quisiera hacerle un par de preguntas.
- Lo siento mucho, pero no le responderé ninguna pregunta sin antes haber hablado con el policía, creo que es él quien debe enterarse de todo primero, no?
El periodista se estaba enojando. Era un hombre de poca paciencia, y con las respuestas cortantes de Lucía, estaba llegando a su límite.
- Grr... okay okay, la dejaré en paz, pero conseguiré que usted me de respuestas, señorita.
- Claro -le respondió Lucía con una sonrisa-. La puerta está por ahí.
E indignado, el periodista se marchó. La ayudante decidió cerrar la biblioteca, se sentía agotada, así que fue donde los otros dos tipos a pedirles que se marcharan. Sorpresivamente, aceptaron sin poner "peros". Aunque la única condición que acordaron los 2, fue que se mantuviera el cuerpo en el mismo lugar. Lucía aceptó, lo único que quería era que se marcharan.
Con esto, se despidió de los hombres a la salida, y cerró con llave la puerta de la biblioteca.
No se habría ido tan tranquila a casa de haber sabido lo que le esperaba al día siguiente...
Oh! Que bkn! te felicitº! ^^
ResponderEliminar"La Sexta Rlz"
ResponderEliminarWou, ahora estoy empesado a ver los capitulos, se pone interezante y tienes una muy buena forma de redactar
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