Para ser día sábado, el centro comercial se veía bastante vacío. Parece que solo estaba ahí la gente que le encantaba salir con lluvia o algo por el estilo. Lucía entró por la parte izquierda, donde se ubican los locales de comida rápida, un "Happyland" abandonado, un centro de pago de cuentas y una tienda de calzado. Caminó unos cinco minutos, se encontró con la escalera mecánica, y al llegar al segundo piso, vio realidad lo que en el libro se relataba. Tomás estaba ahí, saliendo de una tienda de perfumes. Este la mira y se queda sorprendido, y se va acercando a ella.
- Whoa! Segunda vez en una mañana que nos topamos! Cómo te fue en la comisaría?
- Pues... - se sonrrojó rápidamente-. Fue algo raro, en realidad.
- Claro, puedo entender. Ya el hecho de encontrar a un bibliotecario muerto así como así es raro, jaja!
Estaba a punto de preguntarle "cómo sabes?", pero recordó que salió en el periódico. En cambio, su pregunta fue algo nada que ver con todo el asunto.
- Qué hacías en una perfumería? Es más, qué hacías en una perfumería de mujer?
- Oh, bueno, este... verás... yo... - ahora fue el turno de él de sonrrojarse-. Este... toma, es para ti.
- Disculpa?
- Tenía la esperanza de encontrarte de nuevo, pero no pensé que sería tan pronto. Tómalo, es un obsequio.
- Oh... gra-gracias - respondió finalmente ella, sorprendida-.
- Por qué no vamos a comer algo?
Las cosas se iban dando bien para ella. Esto era lo único que la relajaba. El único ser humano que la hacía sentir bien.
- Cómo te sientes luego de todo lo que pasó? - le preguntó él, con un tono de consideración total-.
- Pues... me siento afligida... no sé que haré con mi empleo, me tienen de sospechosa por la muerte del viejo y pues...
- ... y pues?
- ESTO - dijo, sacando el libro del bolso- me tiene preocupada.
- Guau! Me permites verlo?
- Pero no lo abras.
- Por qué?
- Pues... solamente no lo abras.
- Okay, okay.
Tomás examinó el libro por unos segundos. Leyó el título, y se lo devolvió a su acompañante.
- "La Vérité vent à la Lumière"... suena bastante interesante. Y quién es su autor?
- Pues... me creerías si te digo que soy yo?
- Un libro tan viejo? Escrito por ti? Pues... tendrías que darme una razón bastante buena.
- Verás, un sujeto, un médico, me habló sobre una leyenda. Me dijo que solo ciertas personas con una "marca" podían leer el libro. Quienes no la tuvieran, morían o entraban en un estado de extrema locura. Por eso te dije que no lo abrieras, porque no sé si tu tendrás la "marca" o no. Como yo lo abrí, comencé a leerlo. Hasta que llegué a una parte donde las hojas estaban desgarradas. Luego de eso, lo que venía tenía mi letra...
- Oh... y cómo supo ese médico que tú posees la "marca"?
- Eso es lo que quiero investigar. Perdona si te parece confuso todo esto, pero créeme que es verdad.
- Pues, si te creo. Sé que estás en una situación confusa, si estuviera en tus chapulinas pues, también me sentiría así.
- Gracias... Así que por eso ahora creo que tengo que hablar con el médico. Necesito que me de respuestas.
- Si quieres puedo acompañarte.
- Te lo agradecería mucho.
Se levantaron de sus asientos, pagaron la cuenta, y comenzaron a bajar. Ya habían pasado unos cuantos cuartos de hora y el centro comercial comenzaba a llenarse.
- Cierra los ojos por favor - le pidió Lucía a Tomás-.
- Para qué?
- Solo ciérralos, yo te aviso cuando los abras.
Abrió el libro y ahí vio lo que ocurriría después. Quedó totalmente sorprendida, pero al leer el final, se sintió algo más calmada. No habían más páginas con su letra, el resto estaba en blanco. Se preguntó qué pasaría. Y se lo comentó a Tomás.
- Llegué a una página en blanco. Se acaba lo que está escrito por mí. Pero el final me deja algo desconcertada... Bueno, prefiero realizar lo que dice el libro.
- Bien, pues, vamos donde ese médico que dices - dijo él animosamente-.
Les costó un pasaje más de autobús llegar a la clínica donde trabajaba Ricardo Montenegro. Al bajarse, estaban cayendo leves gotas, anunciando una pronta lluvia nueva.
- Yo me quedaré esperándote fuera. Creo que necesitas resolver tus cosas sola - le dijo Tomás, con su sonrisa que la enloquecía-.
- Okay, nos vemos, trataré de no tardarme.
Lucía entró en la consulta, no hubo necesidad de sacar número, pues no había nadie. Golpeó la puerta del despacho de Ricardo Montenegro, y este desde dentro dijo: "pase!".
- Buenos días, doctor.
- Miren qué sorpresa! Un gusto volver a verla, qué se le ofrece?
- Pues, necesito que me aclare unas dudas que tengo.
- Sobre lo ocurrido en la biblioteca?
- Más que eso, es sobre el libro. Qué tiene usted que ver con el libro? Y qué es eso de la "marca"?
- Pues... cierre la puerta, por favor.
- Vale - cierra la puerta y se sienta-. Necesito que me responda.
- De seguro mi respuesta no la dejará del todo bien, no le aclarará sus dudas y no le hará mucha esperanza.
- Solo... vaya al grano.
- Hace cuatro años, mi hermano estuvo estudiando filosofía en un insituto cercano, se dedicaba a buscar la existencia del hombre en libros de historia y de ciencias. Un día, encontró un libro, el libro que sé que usted anda trayendo en el bolso, lo abrió y fue consumido por "algo". Desde el momento en que mi hermano abrió el libro, comenzó a balbucear cosas... fue horrible, la gente de la biblioteca de su insituto lo miraba y trataban de tranquilizarlo, errando en sus intentos. Me llamaron, y lo primero que se me ocurrió hacer fue aplicarle una anestesia. Todos pensaban que mi hermano estaba poseído, yo no sabía ni entendía bien lo que pasaba, así que le pregunté a algunos chicos que qué había dicho. Todos me dijeron lo mismo: "habló de una tal marca", "comenzó a balbucear cosas del fin del mundo", "habló de que la verdad ha estado oculta y busca escapar"... no me sentía sicológicamente apto en ese instante para entender todo, lo único que quería era antender a mi hermano...
- Y qué paso después? - interrumpió Lucía-.
- Lo traje a la clínica. Le apliqué los exámenes generales. Su pulso había subido demasiado. Quizás no murió por que era joven. Cuando al fin despertó, no podía creerme que estuviera bien. Me habló normalmente, y me dijo "hermano... no debí haber abierto ese libro, pero el hacerlo me hizo dar cuenta de lo terrible que está a punto de suceder. Busca a la gente que tenga la 'marca', sólo ellos sabrán qué hacer con el libro..."
- Ja! Sí, claro. Como si yo supiera qué hacer con el dichoso libro...
- Luego agregó: "Tú tienes un don... hermano, tú tienes un don, que pocas personas poseen". Le pregunté cuál era ese don, y cómo lo sabía, y me respondió: "Él me lo dijo, él tiene la respuesta". Cómo cree que estaba yo en ese momento? Igual que usted ahora. Incluso después de cuatro años, CUATRO años de buscar la respuesta, aún no la encuentro. Sigo en el punto de inicio. Lo último que me dijo fue: "Si tienes la capacidad de ver quién es el elegido, tú más adelante podrás tener el libro". Luego de eso, no ha dicho ni una sola palabra más... en cuatro años...
- Santo cielo... pues... creo que ese día llegó.
- A qué se refiere?
- Pues que el libro tiene mi letra. Y mi historia termina cuando yo le entrego el libro a usted. Así que aquí tiene. Quiero liberarme luego de este lío.
- No me lo puedo creer... Pero aunque me lo pase, no creo que pueda liberarse fácilmente de esto.
- No me desanime. Se que hay mucho que investigar, pero no quiero tener este libro del demonio en mis manos.
Con esto, Lucía dejó el libro sobre el escritorio, el médico lo levantó, y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Abrió el libro y se sorprendió al darse cuenta que realmente sí era el nuevo elegido. Comenzó a leerlo, buscando lo que vivió Lucía, pero no encontró nada. Para él, el pasado de ésta era una hoja en blanco...
Mientras tanto, la chica se reunió con Tomás en las afueras de la clínica, y se encaminaron juntos a sus hogares. Ni el médico, ni Lucía ni su amigo sabían que alguien los estaba vigilando...
- Whoa! Segunda vez en una mañana que nos topamos! Cómo te fue en la comisaría?
- Pues... - se sonrrojó rápidamente-. Fue algo raro, en realidad.
- Claro, puedo entender. Ya el hecho de encontrar a un bibliotecario muerto así como así es raro, jaja!
Estaba a punto de preguntarle "cómo sabes?", pero recordó que salió en el periódico. En cambio, su pregunta fue algo nada que ver con todo el asunto.
- Qué hacías en una perfumería? Es más, qué hacías en una perfumería de mujer?
- Oh, bueno, este... verás... yo... - ahora fue el turno de él de sonrrojarse-. Este... toma, es para ti.
- Disculpa?
- Tenía la esperanza de encontrarte de nuevo, pero no pensé que sería tan pronto. Tómalo, es un obsequio.
- Oh... gra-gracias - respondió finalmente ella, sorprendida-.
- Por qué no vamos a comer algo?
Las cosas se iban dando bien para ella. Esto era lo único que la relajaba. El único ser humano que la hacía sentir bien.
- Cómo te sientes luego de todo lo que pasó? - le preguntó él, con un tono de consideración total-.
- Pues... me siento afligida... no sé que haré con mi empleo, me tienen de sospechosa por la muerte del viejo y pues...
- ... y pues?
- ESTO - dijo, sacando el libro del bolso- me tiene preocupada.
- Guau! Me permites verlo?
- Pero no lo abras.
- Por qué?
- Pues... solamente no lo abras.
- Okay, okay.
Tomás examinó el libro por unos segundos. Leyó el título, y se lo devolvió a su acompañante.
- "La Vérité vent à la Lumière"... suena bastante interesante. Y quién es su autor?
- Pues... me creerías si te digo que soy yo?
- Un libro tan viejo? Escrito por ti? Pues... tendrías que darme una razón bastante buena.
- Verás, un sujeto, un médico, me habló sobre una leyenda. Me dijo que solo ciertas personas con una "marca" podían leer el libro. Quienes no la tuvieran, morían o entraban en un estado de extrema locura. Por eso te dije que no lo abrieras, porque no sé si tu tendrás la "marca" o no. Como yo lo abrí, comencé a leerlo. Hasta que llegué a una parte donde las hojas estaban desgarradas. Luego de eso, lo que venía tenía mi letra...
- Oh... y cómo supo ese médico que tú posees la "marca"?
- Eso es lo que quiero investigar. Perdona si te parece confuso todo esto, pero créeme que es verdad.
- Pues, si te creo. Sé que estás en una situación confusa, si estuviera en tus chapulinas pues, también me sentiría así.
- Gracias... Así que por eso ahora creo que tengo que hablar con el médico. Necesito que me de respuestas.
- Si quieres puedo acompañarte.
- Te lo agradecería mucho.
Se levantaron de sus asientos, pagaron la cuenta, y comenzaron a bajar. Ya habían pasado unos cuantos cuartos de hora y el centro comercial comenzaba a llenarse.
- Cierra los ojos por favor - le pidió Lucía a Tomás-.
- Para qué?
- Solo ciérralos, yo te aviso cuando los abras.
Abrió el libro y ahí vio lo que ocurriría después. Quedó totalmente sorprendida, pero al leer el final, se sintió algo más calmada. No habían más páginas con su letra, el resto estaba en blanco. Se preguntó qué pasaría. Y se lo comentó a Tomás.
- Llegué a una página en blanco. Se acaba lo que está escrito por mí. Pero el final me deja algo desconcertada... Bueno, prefiero realizar lo que dice el libro.
- Bien, pues, vamos donde ese médico que dices - dijo él animosamente-.
Les costó un pasaje más de autobús llegar a la clínica donde trabajaba Ricardo Montenegro. Al bajarse, estaban cayendo leves gotas, anunciando una pronta lluvia nueva.
- Yo me quedaré esperándote fuera. Creo que necesitas resolver tus cosas sola - le dijo Tomás, con su sonrisa que la enloquecía-.
- Okay, nos vemos, trataré de no tardarme.
Lucía entró en la consulta, no hubo necesidad de sacar número, pues no había nadie. Golpeó la puerta del despacho de Ricardo Montenegro, y este desde dentro dijo: "pase!".
- Buenos días, doctor.
- Miren qué sorpresa! Un gusto volver a verla, qué se le ofrece?
- Pues, necesito que me aclare unas dudas que tengo.
- Sobre lo ocurrido en la biblioteca?
- Más que eso, es sobre el libro. Qué tiene usted que ver con el libro? Y qué es eso de la "marca"?
- Pues... cierre la puerta, por favor.
- Vale - cierra la puerta y se sienta-. Necesito que me responda.
- De seguro mi respuesta no la dejará del todo bien, no le aclarará sus dudas y no le hará mucha esperanza.
- Solo... vaya al grano.
- Hace cuatro años, mi hermano estuvo estudiando filosofía en un insituto cercano, se dedicaba a buscar la existencia del hombre en libros de historia y de ciencias. Un día, encontró un libro, el libro que sé que usted anda trayendo en el bolso, lo abrió y fue consumido por "algo". Desde el momento en que mi hermano abrió el libro, comenzó a balbucear cosas... fue horrible, la gente de la biblioteca de su insituto lo miraba y trataban de tranquilizarlo, errando en sus intentos. Me llamaron, y lo primero que se me ocurrió hacer fue aplicarle una anestesia. Todos pensaban que mi hermano estaba poseído, yo no sabía ni entendía bien lo que pasaba, así que le pregunté a algunos chicos que qué había dicho. Todos me dijeron lo mismo: "habló de una tal marca", "comenzó a balbucear cosas del fin del mundo", "habló de que la verdad ha estado oculta y busca escapar"... no me sentía sicológicamente apto en ese instante para entender todo, lo único que quería era antender a mi hermano...
- Y qué paso después? - interrumpió Lucía-.
- Lo traje a la clínica. Le apliqué los exámenes generales. Su pulso había subido demasiado. Quizás no murió por que era joven. Cuando al fin despertó, no podía creerme que estuviera bien. Me habló normalmente, y me dijo "hermano... no debí haber abierto ese libro, pero el hacerlo me hizo dar cuenta de lo terrible que está a punto de suceder. Busca a la gente que tenga la 'marca', sólo ellos sabrán qué hacer con el libro..."
- Ja! Sí, claro. Como si yo supiera qué hacer con el dichoso libro...
- Luego agregó: "Tú tienes un don... hermano, tú tienes un don, que pocas personas poseen". Le pregunté cuál era ese don, y cómo lo sabía, y me respondió: "Él me lo dijo, él tiene la respuesta". Cómo cree que estaba yo en ese momento? Igual que usted ahora. Incluso después de cuatro años, CUATRO años de buscar la respuesta, aún no la encuentro. Sigo en el punto de inicio. Lo último que me dijo fue: "Si tienes la capacidad de ver quién es el elegido, tú más adelante podrás tener el libro". Luego de eso, no ha dicho ni una sola palabra más... en cuatro años...
- Santo cielo... pues... creo que ese día llegó.
- A qué se refiere?
- Pues que el libro tiene mi letra. Y mi historia termina cuando yo le entrego el libro a usted. Así que aquí tiene. Quiero liberarme luego de este lío.
- No me lo puedo creer... Pero aunque me lo pase, no creo que pueda liberarse fácilmente de esto.
- No me desanime. Se que hay mucho que investigar, pero no quiero tener este libro del demonio en mis manos.
Con esto, Lucía dejó el libro sobre el escritorio, el médico lo levantó, y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Abrió el libro y se sorprendió al darse cuenta que realmente sí era el nuevo elegido. Comenzó a leerlo, buscando lo que vivió Lucía, pero no encontró nada. Para él, el pasado de ésta era una hoja en blanco...
Mientras tanto, la chica se reunió con Tomás en las afueras de la clínica, y se encaminaron juntos a sus hogares. Ni el médico, ni Lucía ni su amigo sabían que alguien los estaba vigilando...
mmmm dos cosas..:
ResponderEliminarprimero... genial que incorpores elementos propios de chile o de nuestro lexico :D eso hace mas atractiva la lectura
segundoo... odio al medico xD
Pagaron un pasaje más juajauajuaj! Wena esa XD
ResponderEliminarMe gusto mucho!
La cabra... jajaja que me cae bien y Tomas es un Amor!!
ResponderEliminarya puuu kiero el otro capitulo toy metida!!