martes, 22 de junio de 2010

Primera Parte: La Ayudante, Capítulo 4

A la mañana siguiente, una repentina lluvia despertó a Lucía de su amargo sueño. No durmió bien, aunque, quién lo haría en la situación en la que ella estaba ahora? Recordó que tenía que ir a la comisaría a ver al policía neandertal, y luego de mirar un buen rato el techo, y de escuchar las gotas chocar contra la ventana, decidió por fin levantarse e ir a prepararse su desayuno.

Seguía pensativa sobre lo que le había dicho el médico sobre lo de la "marca", y aún más dudosa al ver que en el libro de mas de cuatro siglos de antigüedad había escritos con su letra. Ahora ese libro permanecería seguro en su bolso.

Al llegar abajo, su padre estaba dormido en el sofá, roncando y con la televisión encendida. El padre de Lucía quedó viudo hace tres años atrás, y desde esa época que anda... raro. Si antes era desconsiderado, ahora era peor. Nadie lograba entenderlo, así es que lo dejan vivir su mundo. Su difunta esposa era quien mantenía el orden en el hogar. Ahora todos iban por su camino. Lucía estaba a cargo de sus hermanas pequeñas, Rocío y Elena, bueno, si a ese "estar a cargo" se le puede decir al hecho de que las manda casi todos los días a quedarse donde sus abuelos. Prácticamente, se desligaron de la familia. Lucía las quería, pero no las extrañaba. Mientras más tiempo tuviera para sí misma, mejor.

Luego de desayunar, tomó su paraguas y salió de casa. El camino estaba lleno de charcos, y la avenida principal era un río. Menos mal que ella no necesitaba cruzarlo. La comisaría estaba lejos. Para eso tendría que tomar el autobús, el autobús que pasa por la esquina de su cuadra.

Cuando hizo parar el vehículo, sacudió su paraguas para poder subir. Marcó su pasaje con la tarjeta bip! y vio que solo habían 5 personas en el autobús. Una de esas personas era el chico que la había mirado y sonreído el día anterior. Lucía pasó hasta el último asiento, ignorando las miradas de los demás, se sentó y prendió su mp3. El ritmo de las canciones de Paramore la animarían un poco, si es que no hubiese venido a sentarse a su lado el chico ya mencionado. Éste, sin vergüenza alguna, se sentó al lado de Lucía y la saludó.

- Hola!
- Emm... hola - dijo Lucía con una sonrisa tímida-.
- Te vi ayer desde mi bicicleta, creí que no te volvería a ver. Cómo te llamas?
- Emm... perdona? Nos conocemos? - respondió Lucía, no de mala manera, sino que dudosa-.
- No, disculpa, siento no haberme presentado. Mi nombre es Tomás. Tomás Leclerc. El tuyo?

El único chico que la había mirado y sonreído en su vida, tenía uno de los nombres que a ella más le gustaban.

- Soy... soy Lucía, Lucía Rodríguez.

Se sentía en la gloria. El chico que ya le atraía entablaba una conversación con ella.

- Me pareces conocida, creo que te he visto en el liceo donde yo estudiaba. Salí el año pasado.
- Igual que yo!! - se decía ella emocionada-.
- ... pero nunca me acerqué a hablarte porque estabas con tus amigas.
- Oh...

Sus amigas se reducía a dos ñoñas que Lucía agradecía que ya no estuvieran.

- Sería muy entrometido si pregunto donde vas? - preguntó Tomás-.
- Este... voy a la comisaría.
- Oh! Qué casualidad! Yo también - y le lanzó su sonrisa varonil, la cual enloquecía a Lucía-. Pero no preguntaré por qué, pues yo no quiero decir mi razón.

Así que esperaron hasta llegar al paradero cercano de la comisaría, y bajaron. Ya había dejado de llover. Pero, a quién le importa si llueve o no, cuando ahora otra duda se le agregaba a la cabeza de Lucía? Entraron, y estaba el policía troglodita ahí parado, puntual. Hizo pasar primero a Tomás, pasó un largo rato, y luego éste salió y se despidió de Lucía.

- Espero podamos vernos otra vez!
- Yo también - decía Lucía en su cabeza-.
- Señorita, pase por aquí por favor - la interrumpió el policía-. Necesito hacerle un par de preguntas - las típicas que hacen los policías de cuarta que no saben resolver nada, solo las hacen para hacerse los cultos o algo-.
- Sí, como quiera.
- Su nombre?
- Lucía Rodríguez.
- Edad?
- Diecinueve.
- Domicilio?
- Quiere ir al grano por favor? - primera vez que le habla así a una autoridad-. Señor... - lee la placa-, señor Pedro?
- Sí, ese es mi nombre, Pedro Faúndez. Así que quiere que vaya al grano no? Pues verá, usted es la principal sospechosa en la muerte del bibliotecario.
- Ah si? Y qué pruebas tiene en mi contra?
- Aún no tengo ninguna, pero buscaré, así puedo comprobar si usted hizo algo, o si hubo terceros involucrados.
- Entonces para qué me hizo venir?
- Solo para advertirla de una cosa.
- Otro problema más que tenga que bancarme?
- Pues, lamento su situación, pero debo advertirle que debe tener cuidado con el periodista ese que llegó con nosotros. Algo quiere, y es de mucha importancia que no consiga su objetivo.
- Ay Dios... la gente de hoy... tan raros que están todos. Por qué no me dejan vivir en paz?!
- Pues porque usted ya está involucrada en la muerte del bibliotecario, y su vida no podrá volver a ser normal hasta que se resuelva este caso.
- Cómo que no volverá a ser normal?! Claro que será normal! YO la haré normal!
- No se altere, solo quiero evitarle futuros dolores de cabeza. Solo eso.
- Ag... por qué últimamente todos están tan insoportables?

Y diciendo eso, se levantó de la silla, salió de la comisaría, y comenzó a caminar. Quería despejarse un rato. Necesitaba tomarse un aire.

- Por qué ese libro tenía mi letra? Por qué se murió el viejo? Qué voy a hacer ahora?! No sé que hacer...

Tomó el libro de su bolso, lo abrió desde donde había quedado el día anterior, y comenzó a leer. En las páginas siguientes relataba el encuentro en el autobús, la charla de la comisaría, y lo que iba a pasar luego de eso, siguió leyendo y decía: "... y entonces, caminé frustrada hacía algun sitio. No quería llegar a casa, así que me pasé al centro comercial, donde me volví a encontrar con Tomás. Luego de eso...".

- Qué?! Acaso esto es lo que voy a hacer? Qué carajo es este libro? Por Dios... qué tengo que hacer ahora... voy o no al centro comercial? Así podría comprobar si lo que dice aquí se cumplirá o no. O solo podría tirarlo a la basura y ya...

La duda tomó posesión de ella, así es que se dirigió al centro comercial, a ver si el libro decía la verdad o solo patrañas.

4 comentarios:

  1. ooooooooh ameee que sacara su MP3 y escuchara paramoooreeeeee (H) jajajaja geniaal ta genial la historia

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  2. Hasta el momento me cae bien Tomas, veremos como se ira desarrollando.

    Por otro lado la chica que es enojona jajaja!

    y por ultimo esta parte esta enrededada:
    "- No se altere, solo quiero provocarle futuros dolores de cabeza. Solo eso."

    Qiere provocarle?

    Esop, ta buena la historia :D

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  3. Paramºre! genial!!!

    Tomas lo ame!! jaja xD

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  4. Error corregido gracias por avisar!

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