Cuando el policía se bajó de la motocicleta, comenzó a acercarse al Corsa de Ricardo con una especie de libreta en la mano. Golpeó la ventana del asiento de conductor, y el médico bajó ésta, para encontrarse con el mismo policía que días antes había estado en la escena del "crimen".
- Oh! Qué casualidad encontrarlo a USTED en esta ocasión - dijo despectivamente el bruto policía-.
- Y qué casualidad que hubiese sido USTED quien me tuviera que estar siguiendo - respondió igual de despectivo el médico-.
Se había detenido justo en un costado del edificio donde vivía. Por ese lugar nunca había nadie. Era muy raro ver a una persona siquiera caminar por ahí.
- Qué necesita?
- Usted ha infringido la ley.
- Cómo? Disculpe, no le sigo.
- Me refiero a que usted se pasó un semáforo en rojo hace un buen rato.
- Ah... - era ese "ah..." en el que después de suspirarlo mira hacia abajo pensativo-.
- Entonces, lo reconoce.
- Pues... sí. Lo siento, iba apurado, necesitaba llegar urgente hasta mi destino.
- Ni las ambulancias se saltan los semáforos, así que necesito que llene estos documentos. Usted está limpio hasta el momento, pero si le sorprendo otra vez en algo similar o peor, las consecuencias serán severas.
- Está bien...
Se bajó del automóvil, y apoyado en el techo comenzó a llenar papeles y más papeles. No se percató que llevaba en libro en el asiento de al lado, hasta que el policía lo cogió y preguntó:
- Es éste el libro que tenía el viejo muerto?
- Pues... sí?
- Y qué hace usted con él?
- No se atreva a abrirlo - le ordenó el médico-.
- Y quién es usted para decirme lo que debo hacer? Tengo el deber de registrar sus cosas.
- No lo abra!
- Es que acaso cree que moriré? Jaja! No se pase fantasías - abrió el libro, Ricardo cerró fuertemente sus ojos, y el destello consumió al policía, cayó al suelo con el libro en manos-.
- Pues... sí lo creo - dijo casi como broma-.
Tomó unas bolsas que tenía en su guantera, y con ellas se ayudó para arrastrar al policía hasta la vereda. No quería dejar sus huellas, y así meterse en problemas. Cuando pudo darse un respiro, miró a su departamento, y ahí estaba su hermano viéndolo desde la ventana. Parece que había visto lo sucedido. Cuando iba a recoger el libro, estaba abierto en una página con su letra, en la que decía: "Y cuando recogí el libro, noté que alguien me había visto aparte de mi hermano. Me dijo: 'Qué haces con el libro?', y vi la 'marca' en él, así que lo único que hice fue entregarle el libro. Yo seguiría mi investigación propia".
Y así fue, cuando estaba ya leyendo la última frase, el médico escuchó a lo lejos la frase "Qué haces con el libro?", volteó, y observó que era el periodista. Éste se acercó, vio el cadáver del policía y luego a Ricardo.
- Qué ha pasado?
- Abrió el libro sin tener la "marca".
- El "Estigma de Delacroix"? Acaso tú puedes verlo?
- Así que así se llama... pues sí. Tú llevas el "estigma" ahora. Y el libro me dice que te lo debo entregar.
- Así que el libro cuenta el futuro?
- Pues... supongo... toma, gózalo.
- Al fin! - dijo emocionado el periodista, como que anhelaba tenerlo-. Nos veremos prontamente las caras, doctor.
- Ya lo creo...
Subió a su departamento. Cuando entró, Boris le esperaba en la cocina. Le tenía la cena preparada. Era raro, porque siempre que cenaban juntos, comían pizza o cualquier tipo de comida rápida a domicilio. Boris le sonrió, algo también raro, pues en cuatro años no había mostrado ninguna expresión de nada.
- Oh, hermano... Lo has hecho tú?
- "sí" - lo expresó asintiendo con la cabeza-.
- Whoa... Dejo mis cosas en mi habitación y vengo.
- "sí" - asintió de nuevo-.
Su habitación como siempre, era un desastre. Solo los domingos la ordenaba. Era el único lugar que le prohibía a su hermano limpiar. Boris, desde el día que abrió el libro, le tuvo miedo a la sociedad en general, y siempre fue de pocos amigos. Sólo tenía un buen amigo aparte de su hermano, y ese era...
- Bueno, ya vine. Fue un día agotador... - suspiró Ricardo-.
- "Ya veo" - escribió en una libreta su hermano-.
- Hermano, me alegra que ahora nos podamos comunicar...
- "Fue porque me mostraste el libro" - contestó-.
- Por el libro?
- "Sí. No puedo hablarte, pero espero que esto sirva".
- En verdad sirve mucho...
- "^^" - dibujó una sonrisa en la hoja y él mismo sonrió después-.
- Hermano, tengo algo que preguntarte.
- "Sí? De qué se trata?" - escribió él-.
- Cómo dices que se llama tu amigo? El que viene a verte de vez en cuando... cuál era su nombre?
- "Ah... Tomás!"
- Tomás cuánto?
- "Tomás Leclerc" - respondió Boris-. "Por qué?"
- Necesito hablar con él, hermano.
- "Mañana debiera venir, si es que no tiene ningun problema. Cuando vino a verme me dijo que me quería presentar a su novia".
- Cuándo vino?
- "Hace un rato. Quería que se quedara a cenar, pero tenía cosas que hacer".
- Ya veo...
- "Comamos o sino se enfriará" - escribió Boris-.
- Okay, buen provecho - terminó de decir Ricardo-.
Conocía al amigo de su hermano, pero nunca supo su nombre. Y le sorprendió que fuese Tomás Leclerc. Al día siguiente tendría oportunidad de preguntarle su nombre completo. Por un segundo se le pasó por la mente que no era muy buena idea que el libro lo tuviera el periodista. Pero era mejor que otro cargara con el problema. Así tendría un poco más de concentración para investigar lo que el padre Armando le pidió.
- Oh! Qué casualidad encontrarlo a USTED en esta ocasión - dijo despectivamente el bruto policía-.
- Y qué casualidad que hubiese sido USTED quien me tuviera que estar siguiendo - respondió igual de despectivo el médico-.
Se había detenido justo en un costado del edificio donde vivía. Por ese lugar nunca había nadie. Era muy raro ver a una persona siquiera caminar por ahí.
- Qué necesita?
- Usted ha infringido la ley.
- Cómo? Disculpe, no le sigo.
- Me refiero a que usted se pasó un semáforo en rojo hace un buen rato.
- Ah... - era ese "ah..." en el que después de suspirarlo mira hacia abajo pensativo-.
- Entonces, lo reconoce.
- Pues... sí. Lo siento, iba apurado, necesitaba llegar urgente hasta mi destino.
- Ni las ambulancias se saltan los semáforos, así que necesito que llene estos documentos. Usted está limpio hasta el momento, pero si le sorprendo otra vez en algo similar o peor, las consecuencias serán severas.
- Está bien...
Se bajó del automóvil, y apoyado en el techo comenzó a llenar papeles y más papeles. No se percató que llevaba en libro en el asiento de al lado, hasta que el policía lo cogió y preguntó:
- Es éste el libro que tenía el viejo muerto?
- Pues... sí?
- Y qué hace usted con él?
- No se atreva a abrirlo - le ordenó el médico-.
- Y quién es usted para decirme lo que debo hacer? Tengo el deber de registrar sus cosas.
- No lo abra!
- Es que acaso cree que moriré? Jaja! No se pase fantasías - abrió el libro, Ricardo cerró fuertemente sus ojos, y el destello consumió al policía, cayó al suelo con el libro en manos-.
- Pues... sí lo creo - dijo casi como broma-.
Tomó unas bolsas que tenía en su guantera, y con ellas se ayudó para arrastrar al policía hasta la vereda. No quería dejar sus huellas, y así meterse en problemas. Cuando pudo darse un respiro, miró a su departamento, y ahí estaba su hermano viéndolo desde la ventana. Parece que había visto lo sucedido. Cuando iba a recoger el libro, estaba abierto en una página con su letra, en la que decía: "Y cuando recogí el libro, noté que alguien me había visto aparte de mi hermano. Me dijo: 'Qué haces con el libro?', y vi la 'marca' en él, así que lo único que hice fue entregarle el libro. Yo seguiría mi investigación propia".
Y así fue, cuando estaba ya leyendo la última frase, el médico escuchó a lo lejos la frase "Qué haces con el libro?", volteó, y observó que era el periodista. Éste se acercó, vio el cadáver del policía y luego a Ricardo.
- Qué ha pasado?
- Abrió el libro sin tener la "marca".
- El "Estigma de Delacroix"? Acaso tú puedes verlo?
- Así que así se llama... pues sí. Tú llevas el "estigma" ahora. Y el libro me dice que te lo debo entregar.
- Así que el libro cuenta el futuro?
- Pues... supongo... toma, gózalo.
- Al fin! - dijo emocionado el periodista, como que anhelaba tenerlo-. Nos veremos prontamente las caras, doctor.
- Ya lo creo...
Subió a su departamento. Cuando entró, Boris le esperaba en la cocina. Le tenía la cena preparada. Era raro, porque siempre que cenaban juntos, comían pizza o cualquier tipo de comida rápida a domicilio. Boris le sonrió, algo también raro, pues en cuatro años no había mostrado ninguna expresión de nada.
- Oh, hermano... Lo has hecho tú?
- "sí" - lo expresó asintiendo con la cabeza-.
- Whoa... Dejo mis cosas en mi habitación y vengo.
- "sí" - asintió de nuevo-.
Su habitación como siempre, era un desastre. Solo los domingos la ordenaba. Era el único lugar que le prohibía a su hermano limpiar. Boris, desde el día que abrió el libro, le tuvo miedo a la sociedad en general, y siempre fue de pocos amigos. Sólo tenía un buen amigo aparte de su hermano, y ese era...
- Bueno, ya vine. Fue un día agotador... - suspiró Ricardo-.
- "Ya veo" - escribió en una libreta su hermano-.
- Hermano, me alegra que ahora nos podamos comunicar...
- "Fue porque me mostraste el libro" - contestó-.
- Por el libro?
- "Sí. No puedo hablarte, pero espero que esto sirva".
- En verdad sirve mucho...
- "^^" - dibujó una sonrisa en la hoja y él mismo sonrió después-.
- Hermano, tengo algo que preguntarte.
- "Sí? De qué se trata?" - escribió él-.
- Cómo dices que se llama tu amigo? El que viene a verte de vez en cuando... cuál era su nombre?
- "Ah... Tomás!"
- Tomás cuánto?
- "Tomás Leclerc" - respondió Boris-. "Por qué?"
- Necesito hablar con él, hermano.
- "Mañana debiera venir, si es que no tiene ningun problema. Cuando vino a verme me dijo que me quería presentar a su novia".
- Cuándo vino?
- "Hace un rato. Quería que se quedara a cenar, pero tenía cosas que hacer".
- Ya veo...
- "Comamos o sino se enfriará" - escribió Boris-.
- Okay, buen provecho - terminó de decir Ricardo-.
Conocía al amigo de su hermano, pero nunca supo su nombre. Y le sorprendió que fuese Tomás Leclerc. Al día siguiente tendría oportunidad de preguntarle su nombre completo. Por un segundo se le pasó por la mente que no era muy buena idea que el libro lo tuviera el periodista. Pero era mejor que otro cargara con el problema. Así tendría un poco más de concentración para investigar lo que el padre Armando le pidió.
Chan! :O Tomas!! que tiene que ver el??
ResponderEliminarEsta muy genial la historia.. media cuatica pero buena.. jeje =)