A Lucía le tomó los mismos 10 minutos y cinco cuadras en llegar a la biblioteca, más bien, al parque que frente a esta había. Al ver de lejos al doctor, este le hizo una seña burlona con la mano, y en ella el celular, en señal de "yo lo tengo",y le sonrió estúpidamente.
- Hola otra vez! - dijo de lejos Lucía-.
- Un gusto volver a verla, señorita.
- Qué se le ofrece? - se lo preguntó al tiempo en que le sacaba el celular de las manos-.
- Pues, como ya le comenté, quisiera entrar en la biblioteca para volver a examinar el cuerpo.
- Por qué? - le pregunta ella desconfiada-.
- Pues... si me deja entrar, se lo contaré.
Estaba comenzando a atardecer. Lucía sintió la brisa otoñal que recorría su cuerpo, y que hacía que su chaqueta se moviera con fuerza.
- Está bien, pero no se tome mucho tiempo.
- No se preocupe, solo quiero ver una cosa.
Lucía saca sus llaves del bolso, comienza a buscar en la gran argolla llena de llaves la cual abriría el portón principal. Subieron las escaleras de la entrada, y un chirrido fue el que abrió las puertas principales hacia la Recepción de la biblioteca. Lucía desactivó la alarma, y luego de eso, junto a Ricardo, se encaminaron hacia el pasillo número 6, en el cual yacía tirado el fallecido bibliotecario. El médico, dejando de lado el bolso, se acercó al cuerpo, se inclinó, y tomó el libro que tenía aún en la mano.
- Pensé que quería examinar el cuerpo, no literatura, señor.
- "La Vérité vient à la Lumière"... - repitió la frase varias veces-.
- Qué pasa con eso?
- Creo que he visto esta frase o nombre en algún otro sitio. Sabe usted quien es el autor?
- No lo dice la tapa de inicio, pero quizás en la base de datos de la computadora esté el nombre del escritor.
- Podría buscarlo?
- Pues, okay está bien... - respondió resignada ante la cara del médico-.
Ricardo Montenegro llevaba en su mano el libro "La Vérité vient à la Lumière", un libro grueso, de bastantes años, según se podía notar, de tapa de cuero color caoba, con bordes dorados desgastados, y el sector donde salía el nombre del autor parecía como desgarrado de ésta.
- Veamos... "La Vérité vient à la Lumière"... debería estar por aquí...
- Necesito saber quién fue el autor.
- Si, si, ya lo sé, ya me lo dijo. Aquí está. Título: "La Vérité vient à la Lumière", año de publicación: 1983, autor... Lucía Rodríguez...
- Ya veo.
- Usted no parece tan sorprendido como yo - le reprochó Lucía-, tiene algo que decirme?
- Es algo privado. Podría tener la amabilidad de abrir el libro? En cualquier página, pero por favor hágalo - y diciendo esto, dejó el libro sobre la mesa y se tapó los ojos.
- Está bien... - dijo algo asustada la chica-.
Abrió el libro en la primera página. Pasó el prólogo, y comenzó a leerlo. En las primeras páginas, relataba una historia de hace unos cuatro siglos atrás. En esa época, un sacerdote francés de la catedral de París escribió los relatos vividos por todo el sacerdocio y las monjas que se encontraban en la catedral ese día. Once de septiembre de 1583, día de lluvia, tormenta eléctrica... y muerte. Luego de la cena, se oyó un grito desgarrador cerca de los corredores de las habitaciones superiores. La Madre Superiora y el Sumo Pontífice corrieron por las escaleras de piedra acompañados de sus antorchas, buscando la fuente del grito. Buscaron y buscaron cuando por fin encontraron a la hermana Gemima postrada en su cama, muerta y con un libro sobre el pecho, el nombre del libro era...
Le pareció bastante interesante la historia a Lucía, pero no tenía tiempo de seguir leyendo. Siguió ojeando el libro, cuando de pronto se topó con que habían hojas arrancadas. Pasó las hojas arrancadas y vio que comenzaba un nuevo relato. Un relato con su letra. El relato de lo sucedido desde que el bibliotecario murió hasta el mismo momento en que ella estaba leyendo el libro. La sensación de perturbación dominó su ser por un segundo, hasta que el médico le habló.
- Y bien? Ya puedo abrir los ojos?
- Si, claro - dijo Lucía cerrando el libro-. Por qué se tapa los ojos?
- Pues porqueno quería que se cumpliera la leyenda en mí.
- Qué leyenda?
- Dicen, que quien abra el libro, puede llegar a morir. Si no pasa esto, queda en un grave estado mental de locura total.
- Y por eso me arriesgó a mí? Qué cobarde. Váyase! Márchese ahora mismo!
- Okay, okay! Me iré, lamento que piense que soy un cobarde, pero tengo razones para temerle a ese libro.
- Eso no explica que usted me haya arriesgado a mí. Largo.
- Usted tiene la "marca" - y diciendo esto, se marchó-.
- Ese... a qué se refiere?
Luego de la perturbación, vino la duda. Y volvió a recorrer las cinco cuadras y diez minutos hacia su casa. Lo único que quería era dormir un rato...
- Hola otra vez! - dijo de lejos Lucía-.
- Un gusto volver a verla, señorita.
- Qué se le ofrece? - se lo preguntó al tiempo en que le sacaba el celular de las manos-.
- Pues, como ya le comenté, quisiera entrar en la biblioteca para volver a examinar el cuerpo.
- Por qué? - le pregunta ella desconfiada-.
- Pues... si me deja entrar, se lo contaré.
Estaba comenzando a atardecer. Lucía sintió la brisa otoñal que recorría su cuerpo, y que hacía que su chaqueta se moviera con fuerza.
- Está bien, pero no se tome mucho tiempo.
- No se preocupe, solo quiero ver una cosa.
Lucía saca sus llaves del bolso, comienza a buscar en la gran argolla llena de llaves la cual abriría el portón principal. Subieron las escaleras de la entrada, y un chirrido fue el que abrió las puertas principales hacia la Recepción de la biblioteca. Lucía desactivó la alarma, y luego de eso, junto a Ricardo, se encaminaron hacia el pasillo número 6, en el cual yacía tirado el fallecido bibliotecario. El médico, dejando de lado el bolso, se acercó al cuerpo, se inclinó, y tomó el libro que tenía aún en la mano.
- Pensé que quería examinar el cuerpo, no literatura, señor.
- "La Vérité vient à la Lumière"... - repitió la frase varias veces-.
- Qué pasa con eso?
- Creo que he visto esta frase o nombre en algún otro sitio. Sabe usted quien es el autor?
- No lo dice la tapa de inicio, pero quizás en la base de datos de la computadora esté el nombre del escritor.
- Podría buscarlo?
- Pues, okay está bien... - respondió resignada ante la cara del médico-.
Ricardo Montenegro llevaba en su mano el libro "La Vérité vient à la Lumière", un libro grueso, de bastantes años, según se podía notar, de tapa de cuero color caoba, con bordes dorados desgastados, y el sector donde salía el nombre del autor parecía como desgarrado de ésta.
- Veamos... "La Vérité vient à la Lumière"... debería estar por aquí...
- Necesito saber quién fue el autor.
- Si, si, ya lo sé, ya me lo dijo. Aquí está. Título: "La Vérité vient à la Lumière", año de publicación: 1983, autor... Lucía Rodríguez...
- Ya veo.
- Usted no parece tan sorprendido como yo - le reprochó Lucía-, tiene algo que decirme?
- Es algo privado. Podría tener la amabilidad de abrir el libro? En cualquier página, pero por favor hágalo - y diciendo esto, dejó el libro sobre la mesa y se tapó los ojos.
- Está bien... - dijo algo asustada la chica-.
Abrió el libro en la primera página. Pasó el prólogo, y comenzó a leerlo. En las primeras páginas, relataba una historia de hace unos cuatro siglos atrás. En esa época, un sacerdote francés de la catedral de París escribió los relatos vividos por todo el sacerdocio y las monjas que se encontraban en la catedral ese día. Once de septiembre de 1583, día de lluvia, tormenta eléctrica... y muerte. Luego de la cena, se oyó un grito desgarrador cerca de los corredores de las habitaciones superiores. La Madre Superiora y el Sumo Pontífice corrieron por las escaleras de piedra acompañados de sus antorchas, buscando la fuente del grito. Buscaron y buscaron cuando por fin encontraron a la hermana Gemima postrada en su cama, muerta y con un libro sobre el pecho, el nombre del libro era...
Le pareció bastante interesante la historia a Lucía, pero no tenía tiempo de seguir leyendo. Siguió ojeando el libro, cuando de pronto se topó con que habían hojas arrancadas. Pasó las hojas arrancadas y vio que comenzaba un nuevo relato. Un relato con su letra. El relato de lo sucedido desde que el bibliotecario murió hasta el mismo momento en que ella estaba leyendo el libro. La sensación de perturbación dominó su ser por un segundo, hasta que el médico le habló.
- Y bien? Ya puedo abrir los ojos?
- Si, claro - dijo Lucía cerrando el libro-. Por qué se tapa los ojos?
- Pues porqueno quería que se cumpliera la leyenda en mí.
- Qué leyenda?
- Dicen, que quien abra el libro, puede llegar a morir. Si no pasa esto, queda en un grave estado mental de locura total.
- Y por eso me arriesgó a mí? Qué cobarde. Váyase! Márchese ahora mismo!
- Okay, okay! Me iré, lamento que piense que soy un cobarde, pero tengo razones para temerle a ese libro.
- Eso no explica que usted me haya arriesgado a mí. Largo.
- Usted tiene la "marca" - y diciendo esto, se marchó-.
- Ese... a qué se refiere?
Luego de la perturbación, vino la duda. Y volvió a recorrer las cinco cuadras y diez minutos hacia su casa. Lo único que quería era dormir un rato...
mmm no see ah io creo que la niñaa es la mala.. reencarnada de hace años atraz ... xD
ResponderEliminarQue freak tºdº lº que le pasa a la mina... (jaja medico Jeton ¬¬)
ResponderEliminar"La Marca" o.O
ResponderEliminarwouu... en verdad se pone interesante