sábado, 31 de julio de 2010

7: "Flo"

Tenía un violín. Un hermoso violín eléctrico negro, reluciente, impecable. Quedé impactado al verlo. Pamela lo sacó de su estuche con cuidado, dejó el estuche a un lado y comenzó a tocar. El tema que tocaba, aunque más lento, me parecía muy conocido, cuando por fin me di cuenta, era "La Rosa de los Vientos", de Mägo de Oz. No podía cerrar mi boca de lo impresionado que estaba. Cuando terminó de tocar, me paré y le pedí que me esperara un poco.

Corrí a mi casa, saqué la guitarra acústica, la guardé en el estuche y partí de vuelta a casa de Pamela. Casualmente, mi guitarra también era negra. Llamé nuevamente al timbre, entré y la saqué. Le pedí que tocara nuevamente la canción. Cuando llegó a la parte del coro, me uní a ella, y compartimos uno de los momentos más hermosos de nuestro nuevo "noviazgo".

Qué raro era llamarlo así, como que aún no me acostumbraba, pero sonaba lindo, y con una persona que sentía cosas, y que también correspondía esos sentimientos.

- Cómo se llama? - me preguntó-.
- Qué cosa?
- Tu guitarra, cómo se llama?
- Este... no tiene nombre - respondí-.
- Oh! Qué mal...
- Por?
- Pues... no sé, solo... pienso que entonces no le tienes mucho aprecio. Yo a mi violín le puse "Flo" por... un viejo recuerdo que aún no se me borra...
- Qué pasó? Quieres contármelo? - le pregunté-.
- Verás... cuando me acuerdo, me entra la pena...

No hallé otra solución que pararme, me acerqué a ella, y la abracé fuerte. Ella me correspondió el abrazo, y apretaba sus manos, luego comencé a sentir algo tibio en mi pecho, comenzó a llorar.

- Mi amiga... la Flo, como le decíamos... Se fue... se fue para siempre - me dijo-.
- Eran muy cercanas? - le pregunté en voz baja-.
- Era como mi hermana... mi hermanita pequeña - lloraba con mucho dolor, en cada sílaba que pronunciaba sentía dolor. Me hacía imaginar lo que pasó-.
- Lo lamento mucho...
- Gracias. Ya han pasado dos años y aún lo recuerdo como si fuera ayer.
- No quieres hablar de eso? - le pregunté-.
- En otra ocasión - me dijo, e intentó sonreír-.
- Como quieras, amor.

Se alejó de mi, me miró y volvió a apretarme entre sus brazos. Le acaricié el cabello, tratando de consolarla como pude. Pasó un rato, nos quedamos quietos. Ella paró de llorar... se secó las lágrimas, me volvió a agradecer, y nos besamos suavemente. Cada vez me gustaba más estar con ella. Luego de que se tranquilizó un poco, tocamos un par de canciones más. Ella con "Flo", y yo con "Pyol", nombre que se me vino a la mente mientras todo esto ocurría, y que aún no le decía a mi novia...

viernes, 30 de julio de 2010

6: Propuesta

Estuvimos en la misma posición unos largos y hermosos segundos. Yo sentado frente al computador, y ella de pie, tomando mi cara entre sus manos. Recibí ese beso con unos ojos sorprendidos, pero después los fui cerrando para disfrutar aquel momento. Me sentía tan... bien, a pesar de que recién nos estábamos conociendo, y que la iniciativa la tomó ella. Luego de otro par de segundos, alejamos nuestros labios lentamente.

- Lo... lo siento - me dijo-.
- No te preocupes - le respondí-. Fue algo mutuo...

Cuando dije eso vi cómo se ruborizaba, ahora que lo pienso, era la chica más bella que en mi vida había visto. Sus ojos verdes me miraban tímidamente, le dediqué una sonrisa, y escribí lo que me dijo.

- Aunque... no crees que sería demasiado apresurado? - le pregunté-.
- Pues... sería la mejor manera de conocernos.
- Y tus padres?
- No te preocupes por ellos, lo entenderán - me sonrió-.
- Okay.

De a poco iba perdiendo el temor. Como que después de aquel beso fui calmándome y pude controlar mis emociones. Ya sabía que esa atracción era correspondida, ahora lo único que había que hacer era empezar a trabajar en ese hermoso sentimiento. Cuando se lo dije a José, me preguntó si le estaba tomando el pelo. Le hice un cobro de sentimientos, así de "cómo puedes desconfiar de mí?", hasta que me creyó. Luego de eso, nos llamaron a la mesa, así que dejé a mi amigo con las ganas.

Pasó algo así como una hora, soportando toda clase de historias antiquísimas que cuentan los mayores, hasta que llegó el momento en que, lamentablemente (solo por Pamela), tendrían que irse...

- Te gustaría venir mañana a mi casa? - me preguntó-. Quisiera mostrarte algo.
- Ah, sí? - le pregunté-. Qué cosa?
- Anda y verás - me dijo, y me dio un beso en la mejilla de despedida-.
- Gracias por la invitación! - dijeron los padres de Pamela-.
- Cuando quieran vecinos - dijo mi madre-.

Cuando las otras señoras se marcharon, me tiré en el sofá como "qué cansado estoy!", y mi madre llegó a mi lado, se sentó, y me dijo:

- Así que esta chiquilla ya te invitó a su casa?
- Eh? De qué hablas mamá?
- No te me hagas el tonto hijo, la escuché invitándote. No tengo problemas en que vayas, pero ten cuidado.
- Nos besamos.
- Oh... - fue toda su reacción-.
- No me dirás nada?
- Qué quieres que te diga? Eres hombre, estás en edad ya, qué tengo que meter narices yo?
- Pues... darme algún consejo?
- Solo... no te apresures, hijo. No me gustaría que una mala decisión te haga daño más adelante.
- Claro, fue lo primero que pensé...
- Y?
- Y qué?
- Cómo fue?
- Mamáa! Eso no se pregunta.
- Ay! Soy tu madre, ya, cuéntame.
- Prométeme que no le contarás ni a la Josefa, ni la Carmela, ni la Rosalinda, ni a la Dolores.
- Claro, le contaré solo a la Graciela.
- NO! A ella menos - si tuviera que expresar mi cara en ese momento, en messenger habría sido como esta "e.é!"-.
- Bueno, bueno... te lo prometo hijo.

Luego de eso permanecí un rato más tirado ahí. Mi mamá se fue a ver las teleseries nocturnas, aunque se queda dormida rápido, pero si le apago el televisor me reta. Fui a mi cuarto, me puse el pijama y me acosté.

Al otro día, ya en la tarde, me propuse salir a casa de Pamela. Me dejó su dirección anotada en una hoja sobre mi escritorio, así que no me fue difícil llegar. Toqué el timbre, y salió ella, con sus chapulinas negras, unos bermudas, una camiseta casual, y el pelo tomado. Cada día lograba verse más linda...

- Pasa, pasa - me dijo-.
- Bueno...
- Estoy sola ahora, estaba ordenando un poco antes que llegaras, espero no te moleste el desorden.
- Está sola... qué me querrá hacer! - pensé-. No te preocupes, no pasa nada.
- Siéntate. Iré a buscar algo, lo que quiero mostrarte.
- Okay.

Fue a su habitación, y volvió con un estuche en sus manos. Un estuche de uno de mis instrumentos musicales favoritos.

- Te presento a "Flo", mi violín - me dijo-.

jueves, 29 de julio de 2010

5: En la Habitación





Me quedé mirándola fijamente a los ojos. Ella no podía ver los míos pues llevaba mis lentes de sol. Estuvimos un par de segundos así, y ella acercó sus manos, me levantó los lentes y dijo:

- Qué lindos ojos tienes.
- Tú también, Pamela... - fue lo único que salió de mi boca-.
- Bueno, sigamos? - me cortó la emoción-.
- S-sí, vamos.

Llegamos al almacén, y la señora que atendía me miró con cara de "1313"(1), y miró a Pamela, se rió, me dio el vuelto y se fue a hacer sus quehaceres en la casa.

- Qué onda esa señora? - me preguntó Pamela-.
- Anda haciéndose la graciosa, como siempre... - le dije-. Apurémonos, que ya deben estar impacientes.
- Okay.

Aceleramos el paso un poco más, no por estar atrasado, sino que en ese momento me cohibí tanto que no quería estar mucho tiempo solo con ella. Entramos a mi casa y dejamos las bebidas en la cocina. Volvimos a la conversación aburrida donde estaban los más grandes.

- Y cuando el chofer de la micro le dijo eso a la señora, todos se mataron de la risa! - contaba el papá de Pamela-.
- Hahahahahaha! - se reían las locas señoras-.
- Emm... - murmuré-.
- Están aburridos? - preguntó mi madre-. Por qué no le muestras tu guitarra a Pamela, hijo?
- Ma-mamá! - le grité nervioso-.
- Tienes una guitarra? - me preguntó Pamela-. Me la enseñas? Quisiera saber cómo tocas.
- Bu-bueno...
- Ahí yo los llamo para tomar once - me dijo mamá-.
- Bueno...

Entramos a mi pieza, me senté en un rincón alejado de Pamela, y ella miraba mi ambiente. Miraba las carátulas de distintas bandas, mis torres de cd's, mis películas y mis videojuegos. Cuando llegó a la guitarra, la tomó, la miró fijamente, y me la acercó como cuando un niño te presta su juguete, y me pidió que tocara algo.

- Pues... ahora estoy aprendiéndome una canción de una serie japonesa.
- Te gusta el anime? - me preguntó-.
- No. Solo esa canción que me mandaron. Veamos...

Busqué mi uñeta de "Paramore" y comencé a tocar. Pamela me miraba fijamente, y miraba mis dedos moverse para tocar cada nota.

- Quieres que te cante? - le pregunté, sabía que estaba rojo, pero la guitarra en cierto modo me relajaba-.
- Me encantaría - me respondió-.
- Okay, aquí va. Uno, dos, tres... "Harsh words were said, and lies were told instead..."

Le canté toda la canción, ella suspiraba, me miraba, y al final terminó llorando. Entendió la 

letra de la canción, y se conmovió con ella.


- Es hermosa - me dijo-. Cantas con mucha emoción en tu voz...
- Solo trato de entrar en el sentimiento del cantante - le dije-.
- Me gustó mucho escucharte - me dijo-.
- Gracias... - me sonrojé, qué novedad-. Este...
- Pasa algo? - me dijo, aún secándose las lágrimas-.
- N-no... nada - miré algo desanimado el suelo-. No pasa nada...
- Vamos, dímelo.
- Pues... - dudé, pero al final lo hice-. El día que te vi, me atrajiste...
- Ah...
- No quería decirlo, pues era algo muy apresurado...

Me atreví a mirarla a la cara, pero ella estaba mirando hacia abajo, también tenías sus mejillas rojas.

- Lo siento - le dije-.
- No... no te preocupes -me miró e inesperadamente, me sonrió-.
- Eres muy hermosa - le dije-.
- Tú también - me dijo-.

La miré sorprendido. No pensé que una chica como ella me diría en tan poco tiempo algo así. Nos quedamos un largo rato en silencio, hasta que encendí mi computador. Me conecté a messenger, y Pamela me da su correo para agregarla. Unos segundos después, se conecta José y me comienza a hablar.

- Hola! - me saludó-.
- Buenas - le respondí-. Lo siento, le diré que estamos ocupados - le dije a Pamela-.
- Okay - me dijo ella-.
- Y? Cómo te fue? Ya es tu novia? Jajajaja!

Pamela vio eso. De inmediato me avergoncé, y quise matar a José. Quería darle puñetazos en la cara, pero ese deseo desapareció cuando Pamela me habló.

"Dile que sí", me dijo, y me besó...




1.- "1313" es como una señal con las cejas de "estás matando", "ahora te toca", o "ya es tuy@".

miércoles, 28 de julio de 2010

4: Vecinos Nuevos, Acción Inesperada

Llegué a mi casa, y cuando abrí la puerta vi que estaban las amigas de mi madre. Las saludé de lejos, saludé a mi madre y me fui a mi cuarto. Tenía que arreglarme para la bienvenida que le darían estas señoras a los vecinos nuevos... y a Pamela. Busqué en mi closet la mejor ropa que tuviera para ponerme (ropa la cual José me ayudó a comprar, a los dos nos gustan las modas pero yo no sé combinar muy bien), opté por una camisa escocesa, unos pitillos negros, su chapulina tradicional, las negras esas con punta blanca, un gillet y un cinturón de cuadros. Pero antes de eso debía ducharme. Menos mal que el baño estaba fuera de la vista de aquellas señoras. Me di un relajante baño, y cuando salí, me vestí y me alisé el pelo. Sí, lamentablemente, soy crespo, y no me gusta como se me ve el pelo natural. Me miré en el espejo de mi cuarto, y me dije: "Sí, ahí estoy listo".

Ya había pasado un buen rato, y estaba casi anocheciendo. Las visitas llegarían a las seis, tenía una hora para reflexionar sobre qué le hablaría a Pamela. Estaba sintiendo cosas por ella, y no quería causar una mala impresión. Estaba muy nervioso... desde la conversación en el restaurante, sentía esas mariposas en la guata que me daba gustito pero miedo a la vez. Esos ojos verdes que me miraban fijamente no podía quitármelos de la cabeza... Di vueltas en mi cuarto sin saber qué hacer, y en un momento me quedé parado, miré mi guitarra y decidí tocar algo un rato. La canción que quería sacar ahora era de una serie de animación japonesa que la María me pasó al mp4. No me gustan las cosas japonesas pero esta canción me mató. El tono triste del cantante me llega hasta lo más profundo... Comencé a practicar, y en eso se me pasó el rato.

DingDong! No! El timbre! Me puse nervioso de inmediato. Me temblaban las piernas, y las manos me comenzaron a sudar.

- Hijo! Puedes abrir la puerta? Estoy algo ocupada! - me dijo mi madre desde la cocina-.
- Es que acaso ninguna de tus amigas puede abrir? - me dije-. Ya voy...

Me sequé el sudor de las manos, respiré hondo y fui a abrir. La persona que apareció delante mío era una señora.

- Hola, buenas tardes, soy Gabriela, la vecina nueva, mucho gusto! - dijo con una sonrisa, ya veo de donde sacó sus rasgos Pamela-.
- Buenas tardes, un gusto. Pase, pase por favor, siéntese - le dije-.
- Mi marido ya viene en camino - dijo la mujer-.
- Hola de nuevo! - me dijo Pamela-.
- Ho-hola, jeje... - no podía verse más hermosa-. Cómo estás? - nos dimos un beso en la mejilla-.
- Bien, algo cansada pero bien. Llegué un poco justa del trabajo.
- Oh... - ya me había sonrojado-.
- Linda camisa - me dijo y me sonrió, luego de eso se fue a sentar al sofá-.

Todo lo que tenía planeado se esfumó de mi mente. Las señoras me miraron y no pude hacer más que ir al baño. Estaba rojo, esa chica si que lograba efectos inmediatos en mí. Me quedé ahí hasta que volví a mi color normal. Cuando salí del baño, ya había llegado el padre de Pamela, un señor a respetar. Su sola presencia inspiraba algo de miedo.

- Joven, mucho gusto - me dijo-.
- Igualmente - nos estrechamos las manos-.
- La verdad - dijo el caballero-, nunca nos habían hecho una bienvenida como esta. Siempre pasábamos desapercibidos en los lugares que vivíamos. Por eso mismo nos mudamos bastante...
- Pues aquí en el barrio somos todos bien amigables - dijo la señora Dolores-.

Comenzaba la conversación adulta que aburría. Pamela se reía como por obligación de los chistes aburridos de los más viejos, y yo estaba apoyado en la mesa, observándola fijamente...

- Hijo, puedes ir a comprar unas bebidas al almacén?
- Emm... cómo? - estaba concentrado en Pamela-. Ah... ah, sí, claro, voy.
- Si quieres puedo acompañarte - dijo Pamela-.
- S-sí, claro... No! Emm... no, mejor voy yo nomás.
- No seas maleducado hijo - me dijo mamá-, así se conocen un poco más, no?
- Cuidadito con decirle ordinarieces a mi hija - me dijo el padre, y se largó a reír-.
- N-no! Claro que no! No se preocupe. Yo... este... vamos? - le pregunté nervioso a Pamela-.
- Okay.

Salimos de mi casa, y comenzamos a caminar. En silencio. Ella iba con sus manos tomadas detrás y yo con las mías en los bolsillos, mirando a todos lados y silbando. Faltaba como una cuadra para llegar al almacén, y ella rompió el silencio.

- Sabes? Desde el momento en que te conocí, que me agradaste mucho - me dijo-.
- En-en serio? - pregunté-.
- Sí, aunque no sé por qué te pones tan nervioso...
- Ah... pues...
- Creo que podríamos ser buenos amigos - me dijo-.

En ese momento morí. Sentir ese beso en la mejilla fue lo máximo. Sus labios suaves, y tibios, posados sobre mi recién afeitada mejilla, fue una de las sensaciones más bonitas que en mi vida habría sentido...

lunes, 26 de julio de 2010

3: El Acompañante

El chico ese era alto, no era excesivamente musculoso, pero cuidaba su físico. Llevaba una playera blanca, sobre ella una camisa de mangas cortas y cuadritos, abierta, unos jeans normales y unas zapatillas blancas. Unas zapatillas que se acercaban a donde estaba yo. Para disimular, hice como si estuviera leyendo las portadas de los diarios. Cuando pasó por mi lado, sentí el aroma de un tipo que sabe de perfumes. Siguió su camino de largo, y yo me acerqué al restaurante en el que había entrado Pamela. Era un pequeño restaurante de esquina, pero era bastante acogedor. Debía tener sus tres pisos, pero seguía siendo chico. Desde fuera pude ver el mostrador, unas cuantas mesas, y a Pamela saliendo de un cuarto trasero. Se amarraba un delantal en la cintura, y agarró una bandeja. La chica con la que alucinaba era garzona! Cada vez que la veía me parecía más hermosa... pero pues... estaba con el chico que acababa de pasar a mi lado. Seguro él sería un mejor partido para ella. Estos pensamientos se me esfumaron estrepitosamente cuando Pamela me ve desde dentro del restaurante y me invita a entrar. Quedé helado.

- Ya po'! Pasa, pasa! Bienvenido a Vladimir's Food - me dijo-. Qué te trae por aquí? - me preguntó con una sonrisa-.
- Este... ah, emm... nada, yo... yo acompañaba a un amigo aquí en el Euro.
- Ah... y te dejó solo - me dijo-.
- Sí...
- Pasa! Siéntate, yo invito a una bebida - me dijo-.
- O-okay.

De fondo sonaba "Close to You", una música bastante relajada, ideal para el ambiente. Aún no era hora de almorzar, así que había poca gente.

- Toma, aquí tienes - me pasó un vaso de bebida-.
- Gracias. Así que aquí trabajas?
- Sí. Llevo casi un año, desde que salí de clases, que ocupo mi tiempo aquí. No es muy cansador y me alcanza para pagarme la universidad.
- Dios qué esforzada! Ah, y qué estudias?
- Gastronomía - me respondió-, y tú?
- Yo aún nada... acabo de salir ayer de cuarto medio.
- Oh! Ya veo, entonces te gano como por un año.
- S-sí, algo así - me reí y creo que me sonrojé-.
- Y qué quieres estudiar?
- Pues... estoy entre estudiar diseño gráfico publicitario, diseño de ambientes, diseño de vestuario, y pedagogía en historia.
- Eso último no tiene nada que ver con lo anterior - me dijo y se carcajeó, una hermosa carcajada-. Tengo un amigo que es diseñador gráfico! Si quieres te lo puedo presentar!
- El chico que estaba contigo hace un rato afuera? - me arrepentí el resto del día de haber preguntado eso-.
- Martín? Jajaja! No. Es otro amigo. Martín quiere ser profesor de educación física, no diseñador.
- Ah... ya veo... y el es tu...
- Novio? Claro que no - me dijo-. Es mi primo. Nos encontramos aquí afuera y charlamos un rato, nada más.
- Ah... - me sonrojé. Estaba demasiado nervioso-. Pensé que lo era...
- Tranquilo, no pasa nada. O bueno, no tan tranquilo... emm... Martín es gay.
- Qu-qué?! - la miré sorprendido, casi se me sale la bebida por la nariz-.
- Sí, pero no es de los que les gusta andar demostrando a todo el mundo cómo es. Es más discreto, además tiene novio.
- O-okay...
- Y tú no que estabas en el Euro? Me parece que me andabas espiando - me dijo con mirada sospechosa-.
- N-no! No! Para nada! - me puse más nervioso aún-. Es-estaba... solo estaba yendo de vuelta a casa y los vi.
- Ah... que bien - me miraba fijamente a los ojos-.

Esa mirada, esos ojos verdes hermosos, pero que no podía ver por más de tres segundos sin que mi repentina timidez hiciera que mirara hacia abajo.

- Pamela! Necesito ayuda aquí en la cocina, por favor! - gritó alguien desde dentro-.
- De acuerdo! Ya voy! - le respondió ella-. Lo siento, tengo que irme. Un gusto haber charlado contigo un rato!

Cuando salí del restaurante, me fui regañando a mí mismo, en lo único que pensaba era en que debía haber pagado yo esas bebidas...

domingo, 25 de julio de 2010

2: Euro

- Ya veo - me dijo, sonriente-. Quería confirmar la dirección, tu madre, supongo, nos invito a cenar hoy. Espero pasemos un buen rato!
- S-sí! Emm... - miré algo desorientado alrededor-. Lo siento, vo-voy de salida ahora.
- Claro, no hay problema. Ha sido un gusto conocerte! - me dijo con una mirada sensual-.

Dios! Era la chica de mis sueños! Espera... cómo es la chica de mis sueños? Bueno eso no importa! Emm... Será mejor que me apresure a llegar al Euro. José ya debe haber llegado.

Tomé la micro, pagué mi pasaje aún escolar, y me senté al fondo. Iba inesperadamente vacía. Seleccioné en mi mp3 "I Gotta Feeling". Me sentí como en un videoclip, mirando hacia fuera, las calles pasar, la gente, los autos, edificios... Casi me paso de largo de tan sumido en mis pensamientos que estaba. De un momento a otro en la única persona que podía pensar era en Pamela. Cada vez que se me venía a la mente, sentía como las "maripositas en la guata(1)", y comenzaba a reírme para mí mismo como un estúpido. Oh Dios! Es que acaso me enamoré a primera vista? No, sé racional. La vienes recién conociendo, con suerte sabes su nombre, no puedes sentirte atraído solo por el físico... aaaah! Pero ese cuerpo! Por qué a mí!

Bajé de la micro y solo alcancé a dar unos cuantos pasos. Siento que alguien me toca el hombro, y cuando me doy vuelta, era José.

- Llegas... cuatro minutos atrasado! - me dijo-.
- Ay, hombre... estamos de vacaciones, no me pidas tanto. Además... tuve un encuentro fenomenal.
- Ah, sí? De qué se trata? Cuenta, cuenta!
- Tengo vecinos nuevos. Y la hija de estos vecinos es tan... sexy.
- Whooooooa! Ese es mi campeón! Ya te me enamoraste, eh? - me dio un codazo en el estómago-.
- No, nada de eso - me salió una risa falsa-.
- No me mientas - me pilló-. Algo te pasó con aquella chica.
- Pues...
- Eeeeejale!(2) Amigo de tigre! - me dijo sorpresivamente muy animado-.
- Emm... cambiando de tema, para qué querías que viniera?
- Necesito tu ayuda - se puso serio de un segundo a otro-.
- Qué clase de ayuda?
- Quiero comprarme un suéter nuevo, pero estoy entre comprar el de rombos, y el de líneas.
- Ay Dios... Pues... okay.

Si hay algo que le gusta a José es la ropa. Siempre trata de ir a la última moda, y le gasta mucho dinero a su familia para comprar sus prendas, aunque sus padres no parecen tener problemas en darle el dinero. Entramos al Euro, vimos todas las tiendas del primer piso, seguimos subiendo, hasta llegar a la tienda que a José le gustaba.

- Ahí está! - se veía emocionado-. Vamos, vamos! Apúrate!
- Espérame!

Llegamos, y José se quedó pegado a la vitrina como niño que ve su juguete favorito dentro. Estuvo unos cinco minutos así, y luego entramos. La verdad es que los dos chalecos eran bonitos, los dos combinaban con la ropa de José y se le verían bien.

- No puedo decidirme! - me dijo-.
- Emm... y por qué no compras los dos? - le sugerí-.
- Oh... - me miró con cara de haber tenido una revelación divina-. Tienes razón! Lo haré! - se reía como un maniático-.
- Das miedo...
- Ya lo sé - me miró con cara de asesino-. Je,je...

El dueño de la tienda le dio el vuelto de dinero con cara de "este chico está loco". Salimos de la tienda, y fuimos a comprar unos helados.

- En serio, te pasa algo con tu vecina nueva? - me preguntó-.
- Pues... sí, sensaciones raras, pero no quiero comenzar a hacerme ilusiones porque no la conozco.
- Aún...
- Eh?
- Qué sabor quieres? Chocolate? Manjar?
- Emm... Chocolate está bien. Mi madre invitó a su familia a cenar hoy.
- Qu-QUÉ?! - me preguntó sorprendido-.
- Pues sí...
- Tengo que ir - me dijo-.
- No! O sea... no, no puedes ir.
- Por qué? Soy tu mejor amigo, tu madre me conoce, qué hay de malo?
- Necesito... comprobar algo yo solo.
- Ah... - miró al suelo algo triste-. En fin - cambió la pena por una sonrisa-, cosas tuyas.
- Gracias...

Seguimos conversando banalidades, y luego de haber terminado el helado, me dijo que tenía cosas que hacer. Mira que dejarme aquí solo... en fin. No quería llegar a casa aún, así que estuve caminando por ahí un rato. Hasta que vi a Pamela junto a un chico caminar unos metros más allá. Dios! Me sale hasta en la sopa! Me escondí detrás de un quiosco, y de ahí la observé, la vi despedirse del chico y entrar en un restaurante. Mis esperanzas se desvanecieron al verla junto al tipo ese... las pequeñas ilusiones que me había hecho ya estaban rotas...


1.- Guata, en el buen chileno significa "estómago".
2.- "Ejale" es como "Genial", "Así se hace", "Espectacular".

sábado, 24 de julio de 2010

1: Una Llamada

Cuando desperté al otro día, tenía la cara algo irritada, me miré al espejo y tenía los ojos rojos. Había llorado? Ni me acordaba. Mi madre llamó a mi puerta para ver si ya estaba despierto.

- Hola, mamá - le dije-.
- Buenos días hijo - me miró y me sonrió-.

Con mi madre vivimos solos. A mi padre nunca lo conocí, y no pretendo hacerlo tampoco. A ella la estimo mucho, ha podido salir adelante y darme una buena educación. Le estoy agradecido de todo lo que ha hecho por mí. Algunos chicos de mi curso lo único que querían era irse de casa. Yo mientras más tiempo pase en casa con mi madre, mejor. Tomé desayuno en la cocina junto a ella, un buen café y su buen pan con palta. Dios... que rica le quedaba la palta a mi madre. Me gusta cuando aprieto el pan y se chorrea por los lados. Okay, me fui de contexto. Desayunábamos tranquilamente, como todo fin de semana, cuando mi madre me comienza a hablar sobre algo que me llamó mucho la atención.

- Tenemos vecinos nuevos. Vienen del sur, no sé si era de Osorno o de Puerto Montt. Viven como a tres casas de aquí. Son un matrimonio, su hija y un anciano, creo que el abuelo.
- Su... hija? - pregunté, interesado en el tema-.
- Sí. Creo que tiene tu edad. Se llama... ay, como era su nombre... se llama... Pamela, sí, creo que su nombre es Pamela.
- Pamela... - pensé-. Oh... y... emm, ya has hablado con alguno de ellos?
- No, aún no. Pero con la Josefa le vamos a dar una pequeña bienvenida.

La "Josefa", en realidad, Josefina, incluía a la Carmela, la Graciela, la Rosalinda y la Dolores. Eran las amigas de mi madre, con las que comadreaba en la feria, en el almacén, en las mañanas al barrer afuera de la casa, y con las que se juntaba a tomar once(1) de vez en cuando.

- Ah, que bien - dije-.
- Les dejamos una cartita en el buzón, y la bienvenida va a ser aquí, hoy a la noche.
- Aquí... aquí?! Hoy a la noche?! - pregunté sorprendido-. Oh no... no estoy preparado - me dije-.
- Sí! Creo que la chica es bien bonita - me dijo mi madre, levantando las cejas-.
- Mamá! - le dije, creo que me sonrojé-. Bueno, estaba rico el desayuno, tengo que... tengo cosas que hacer.
- Bien. Yo andaré aquí entre la cocina y la sala. Tengo que limpiar bien aquí antes de que den la teleserie!

Mi madre ve cuatro teleseries al día. comienza a las 14.30, y termina a las 19.00. Es su único entretenimiento, además de tejer. A veces me siento culpable cuando salgo, de dejarla sola, pero ella me dice que no me preocupe, que está bien. Creo que le haré un regalo uno de estos días...

Me fui a mi cuarto, y encendí el computador. Conecté el internet y me conecté a messenger. Quería ver quien estaba conectado, pero no había nadie con quien quisiera hablar en ese momento. Estuve viendo mi facebook, y mi bandeja de entrada de correos, hasta que sentí que sonó mi celular. Era José.

- Hola! - me saludó-.
- Je,je. Hola, qué tal?
- Bien, bien. Tú?
- Nada, aquí, despertando hace poco, aburrido.
- Pero cómo es eso? En tu primer día y ya aburrido?
- Seeh.
- Viejo, tienes algún problema si voy a tu casa ahora?
- Pues... mi mamá está ordenando porque va a tener visitas.
- Ah... y tú no puedes salir?
- Seeh, si puedo.
- Oka! Juntémonos en una media hora en el Euro, te tinca?
- Dale.

Tenía media hora para estar allá. Me di una ducha rápida, me vestí, le dije a mamá que saldría a juntarme con José un rato, y al abrir la reja que da a la calle, la chica que vi ayer en el metro se detiene frente a mi casa, y quedé paralizado...

- Hola - me dijo, sonriendo-. Disculpa, aquí donde vives es esta dirección? - me mostró un papel-.
- S-sí - me sonrojé-. Aquí es...
- Ah! Mucho gusto! Soy Pamela, tu nueva vecina.
- Ho-hola, je,je... yo soy... yo soy... - no podía hablar de lo nervioso que estaba-.




1.- "Tomar once", en Chile, es como "ir a cenar".

0: La Chica de las Chapulinas Negras

Al fin terminé el cuarto medio. Se siente... no sé, se siente raro. Dejar los compañeros atrás, dejar la rutina de usar un uniforme y asistir a clases, dejar de hacer tareas, informes, disertaciones... Se siente raro, y genial. Al fin podré darme un descanso, aprovechar este verano antes de entrar a la universidad el próximo año. Ah... lo primero que hice al salir del colegio, fue despedirme de José, del resto de mis compañeros, encender mi mp4 y comenzar a caminar al metro. Me sentía en la gloria. Anhelaba salir de clases, y ya comenzaba a organizar todo mi horario para estos tres meses próximos.

Me tomó seis estaciones llegar a la que queda enfrente de mi casa, un viaje corto, pero que este día se me hizo largo. Todo lo que veía a mi alrededor comencé a verlo con otra perspectiva. La gente pasaba tan rápido frente a mis ojos, que llegué a marearme. Salí del metro, y me encontré con una chica que iba bajando las escaleras, apoyada del pasamanos. Llevaba unos lentes de sol, un suéter con escote "V" de color amarillo, unos jeans pitillo negros, chapulinas negras con cordones blancos, y un bolso de un hombro. Quedé realmente impresionado, pues aquí en este barrio no hay muchas chicas... así. Estuve parado en medio de las escaleras hasta que la chica desapareció de mi vista, y me dije "Oh! Tengo que conocerla".

En el colegio me gané la fama de mujeriego, de caliente, de infiel, y de muchas otras cosas sin razón. Es cierto que quizás haya sido un poco mujeriego, pero nunca en mi vida he sido infiel. "No hagas a los otros lo que no te gustaría que te hicieran", no? Por eso nunca le he mentido a alguna chica. La relación que más me duró fueron dos años y tres meses. Terminó por... terminó por... bueno, no quiero recordar eso ahora. Pensé en correr atrás de la chica, pero sería muy acosador. Así que seguí mi camino, ya desesperanzado en que nunca la conocería, llegué a casa, abrí la reja, la puerta principal, saludé a mi madre, y me fui a mi habitación. Sentí un estremecimiento que nunca antes había sentido... sentí que ya me faltaban los del colegio... apreté mi almohada... y me dormí.

viernes, 9 de julio de 2010

Tercera Parte: Tomás, Epílogo

Al despertar a la mañana siguiente, me sentí como... renovado. Prendí el televisor y mostraban en las noticias: "Periodista se suicida en callejón cerca de la Alameda. No se saben las causas". Creo que nunca las sabrán... Todo eso de la maldición, el estigma de Delacroix, el destino, que aquí que allá, me era un cuento sin sentido alguno, inventado por alguien quizás para tener fama y sentirse "místico". Comencé a especular ideas más realistas sobre las muertes, quizás el bibliotecario y el policía consumieron algo que les hizo mal, y Emanuel, al no ver lo que quizás quería, y como estaba ya algo perturbado mentalmente, tomó la desición de suicidarse, no sé... Ya el librito este me tiene harto.

Me arreglé y partí al río Mapocho. Nos encontramos en el metro Cal y Canto y pedí que me siguieran al puente. Nos paramos en medio, y saqué de mi mochila dos cosas. El libro y la revista.

- Tengo mil preguntas acerca de ESTE libro, preguntas que nadie ha podido responderme concretamente, preguntas que no hay bases para responder. Pero tengo ESTA revista, la que me ha respondido en minutos lo relacionado al libro, todo eso del "destino". Je,je. "La Vérité vent à la Lumière"... La Verdad sale a la Luz. Sí cómo no. Aquí le tengo su verdad al libro.

Me di vuelta, y lancé muy lejos al río el dichoso libro. Si desaparecía de nuestras vidas para siempre, viviríamos más tranquilos.

- Oh Dios... - dijo Ricardo-. No me esperaba eso... pero bueno, nos libra de un peso bastante feo.
- Felicidades, Tomás - me dijo Boris-.
- Crees que ahora podamos estar más tranquilos? - me preguntó Lucía-.
- No lo creo. Estoy SEGURO de ello. Ahora todas las preguntas que me quedan me las responderán ellos.
- Quiénes? - me preguntaron al unísono-.
- Ya verán, ya verán - me reí-.

Lo que nunca supe fue por qué Boris había quedado mudo, pero bueno, para qué volver al pasado si ya podía hablar. Decidímos no hablar del libro nunca más, que todo era una simple broma, y quedamos de acuerdo en que los que murieron fue por alguna causa externa al libro. Boris nos invitó a almorzar a su casa. Una lasaña de rico olor y sabor. Ricardo tuvo que marcharse rápido a su trabajo, pero con Lucía nos quedamos ahí acompañando a Boris. Nos sorprendió cuando dijo: "Por qué no salimos por ahí?". Je... me sentía realmente tranquilo, al saber que la única fuente de respuestas, y con bases, no me mataría...

***

Ese mismo día terminaron los trámites para contratar a un nuevo bibliotecario, el cual tendría que tener sumo cuidado con todos los libros que en la biblioteca habían. Pero el pobre hombre se dio cuenta de que faltaba un libro. Un libro que nunca volvería a su estantería...

FIN

Tercera Parte: Tomás, Capítulo 19

Me aterroricé al ver la sangre en el piso. Quedé de rodillas, inmóvil, mirando fijamente a Emanuel... o lo que quedó de él. Se había disparado en el mentón, volando sus sesos... oh Dios, no podía seguir viendo esa imagen. Le saqué el libro de las manos, y como pude, salí corriendo en la otra dirección del callejón. Corrí mucho. Llegué hasta mi casa corriendo, entré asustado, a mi habitación. No quise comentarle a mamá lo que había descubierto, si ella no quiso hablar de eso nunca en mi vida, ahora no la obligaría.

Abrí el libro, para saber qué iba a pasar. Comencé a hojearlo y no encontré nada... No decía qué pasaría mañana, o pasado... estaba en blanco. Me enojé tanto que lo lancé hacia la pared, y cayó al suelo con algunas hojas sueltas. Me preguntaba por qué un libro era capaz de matar gente... por qué tengo que estar yo metido en esto... por qué todos piensan que estamos destinados a algo!

Al pensar en eso último, recordé que me había traído esa revista de casa de Boris, que hablaba del destino... la busqué en mi mochila y la abrí. Había un artículo llamado: "¿Somos víctimas del destino?". Llamó de inmediato mi atención.

(Basado en la revista Despertad! del 8 de enero de 1963, páginas 5-8)

"Muchas son las creencias con respecto al destino. ¿Es la de usted la correcta?

UNA vigueta de acero de 2,268 kilogramos recientemente se cayó desde el piso diecisiete de un edificio en construcción en la ciudad de Nueva York, matando a un hombre que pasaba. ¿Fue el destino? Cuando un matrimonio fracasa, ¿tiene que ser así? Cuando un niño resulta delincuente, ¿fue el destino lo que lo hizo así? Cuando un chofer tiene un accidente automovilístico, ¿es víctima del destino? Cuando una persona muere, ¿se debe a que el destino decretó que fuera una víctima ese día?

Para muchas personas la palabra “destino” significa más que el resultado final. Esto es evidente por las muchas expresiones que uno oye, como: “Tenía que ser así.” “Estaba escrito en las estrellas.” “El destino lo decretó así.” “Era su destino inevitable.” “Su tiempo había llegado.” “Lo que será será.” Muchas personas que hablan así creen que las acciones de uno están tan gobernadas por otras fuerzas, tales como las estrellas o una fuerza sobrenatural, que el derrotero de la existencia de uno está determinado para uno de antemano.

Algunos creen que principalmente es el tiempo de la muerte lo que está determinado por el destino. A causa de tales creencias el soldado entra en la batalla con la creencia de que no hallará la muerte un instante más pronto que si se hubiese quedado en casa. O un chofer quizás conduzca su automóvil muy aprisa, creyendo que no le llegará el fin hasta que se cumpla su tiempo. Aun otros creen que Dios es parcial y que él predetermina a ciertos individuos a conseguir la vida eterna, y que otras personas no tienen esperanza alguna, prescindiendo de lo que hagan.

¿Cuál es el origen de estos muchos puntos de vista con respecto al destino? Se originan de las antiguas religiones paganas, como la que practicaron los astrólogos babilonios. Ellos creían que sus dioses estrellas más o menos predestinaban sus vidas. Los antiguos griegos tenían una creencia mitológica de tres hermanas: Cloto, Laquesis y Atropos. Se suponía que estas diosas gobernaban los destinos de los dioses y los hombres. Cloto sostenía la rueca e hilaba la hebra, Laquesis enrollaba la hebra o hilo en el carrete y Atropos sin piedad cortaba el hilo, que se suponía medía la vida de toda persona mortal. Los romanos adoptaron esta creencia y llamaron a sus propias diosas del destino Nona, Decuma y Morta.

¿Qué muestra, sin embargo, la Biblia con respecto a los incidentes de la vida de uno? ¿Qué revela en cuanto al destino de uno?

La Biblia muestra que el hombre fue creado con libre albedrío; puede escoger hacer lo bueno o hacer lo malo. El hombre segará lo que siembre. El apóstol Pablo declara este principio divino: “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que esté sembrando con el pensamiento en su carne segará de su carne la corrupción, pero el que esté sembrando con el pensamiento en el espíritu segará del espíritu la vida eterna. Por lo tanto no desistamos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos rendimos de cansancio.”—Gál. 6:7-9. Aquí la Biblia muestra que lo que cosechamos no es el resultado de algún destino ciego, de alguna fuerza sobre la cual no tenemos dominio; sino que segamos lo que hemos sembrado..."

Con eso me bastaba. Le pedí su Biblia a mi madre, y aunque no eran de la misma religión, sí que decía lo mismo que estos párrafos. Me sentí estúpido. O sea que... o sea que las personas que murieron al abrir el libro, murieron en vano? O entonces, qué los mató?! Creo que es algo que nunca voy a poder resolver... Le devolví la Biblia a mi madre, y ella me la recibió sorprendida, pues nunca me había visto interesado en algo así. Llamé a Lucía, a Boris y a Ricardo. Les pedí que mañana mismo nos juntáramos en el río Mapocho. Quiero comenzar yo a hacer mi propio "destino", como lo quieran llamar los demás. Y para eso debo deshacerme de algo primero...

miércoles, 7 de julio de 2010

Tercera Parte: Tomás, Capítulo 18

Comenzó a entrar por el callejón, sin bajar su revólver en ningún momento. No había nadie en los alrededores que pudiera auxiliarme, así que me ahorré los gritos. Además, presentía que sería capaz de disparar si gritaba.

Por qué un libro lleva a cometer estas acciones a la gente? Este tipo está realmente loco, no sé qué querrá del libro, y viendo su estado, tampoco me interesa. Sentía mis piernas inmóviles fijadas al piso.

- Por qué no hacemos las cosas fáciles, amigo? - me dijo con una sonrisa desquiciada en su cara-.
- Qué quieres? - me hice el tonto-.
- Sabes perfectamente lo que quiero! - disparó al suelo cerca mío, me hizo dar un salto hacia atrás, las palomas que habían ahí huyeron espantadas-. No te hagas el idiota conmigo!
- Ah... tú quieres esto? - pregunté sacando el libro de la mochila-.
- Oh Dios! Qué maravilla! Al fin volverá a mis manos!

O este tipo está loco o tiene una relación muy estrecha con la historia del libro, me lo va a tener que decir ahora.

- Por qué anhelas tanto tener el libro?
- Qué te importa a ti?!
- Pues, no hay libro...
- PUES no hay vida - apuntó a mi cabeza-.
- Ey, ey! Calma, solucionemos esto como gente civilizada!
- No me gusta la gente.
- Se nota - pensé-.
- No voy al ritmo de los demás. Avanzo a mis propios pasos, no necesito la guía de nadie.
- Pero sí necesitas la guía de algo, no?
- Tienes curiosidad, no es cierto? Bueno... investigo a mi familia. Fin de la historia.
- Tu familia? Qué quie..
- FIN de la historia! - me dijo y me sonrió, como queriendo tranquilizarme-.
- Hagamos un trato: Tú cuéntame lo que quiero saber y yo te paso el libro, sí?
- Para qué? Si puedo matarte y llevarme el libro igualmente.
- Sé que no lo harás.
- Ah sí? Y por qué?
- Porque eres un cobarde. Ya lo hubieras hecho, pero no quieres cargar con una muerte en tu conciencia.

Retrocedió un paso, algo choqueado por lo que le dije. Me preparé para cualquier cosa que pudiera venir.

- La verdad, no te mato aún porque...
- Por qué?
- Porque no puedo matar a alguien de mi familia - miró al suelo con dolor-.
- Qué?!
- Ay Dios, no quería ponerme blandengue... Eres mi hermano menor. Cuando yo nací, me vendieron a otra familia a cambio de dinero para poder sustentarse. En toda mi vida, papá y mamá nunca fueron capaces ni siquiera de llamarme. En cambio cuando naciste tú, te criaron y te vieron crecer, te dieron comida, ropa, juguetes... amor.
- Whoa... - aún no me creía lo que oía-.
- Cuando terminé de estudiar periodismo, quise saber sobre mis antepasados, mi familia real. Sabía que estaban vivos, pero tenía temor de enfrentarlos. No sabía cómo reaccionarían. No sabía cómo reaccionaría yo. Y un día me topé con una historia...
- La historia del libro?
- Exacto - comenzó a reírse, sin razón alguna-. SABES CUÁNTOS AÑOS LLEVO INVESTIGÁNDOLO?! Llevo la mitad de mi vida! La mitad de mi vida investigando mis antepasados, el **** libro, invesitango el POR QUÉ EXISTO! No sabes lo frustrante que es...
- ...
- El día que fui a tu casa, sabes quien me abrió la puerta? Tu madre. No nuestra madre, esa mujer me abandonó y yo no sentía nada por ella. Lo único que hice fue pedirle que dejara aquel mensaje en tu escritorio y que no lo leyera. Esa fue mi única comunicación con ella en toda mi vida. Con la mujer que me vendió a otra familia.
- Lo lamento mucho...
- No es cierto, no sientas una lástima falsa por alguien que NO NECESITA la lástima de los demás.

Era una conversación bastante extraña, de pronto un desconocido me decía que era mi hermano, que quería el libro, y aún no bajaba la pistola. Un buen sicólogo no le haría mal...

- Bueno, basta de lamentaciones. DAME EL LIBRO AHORA!
- Okay, okay!

Le pasé el libro lentamente, pero este vino y me lo arrancó de las manos. Seguía amarilla la portada. Una de dos, o vería al libro cambiar de color, o sino...

- Este libro es la respuesta! Al fin lo tengo en mis manos otra vez!

Abrió el libro y... oh Dios... vi como la luz cubría el callejón, escuché gritar a Emanuel. No gritos normales, gritos de dolor, gritos de angustia... y luego escuché un disparo... Inmovilizado, caí al suelo...