Tendría que cambiar mi apariencia si no quería que Emanuel Uribe me reconociera. Llegué a casa y partí a la peluquería, donde me teñí el cabello color negro, claro, un negro que se viera natural. Según la peluquera, me veía bastante bien. No lograba acostumbrarme. Volví a casa y llamé a Lucía para que viniera a verme. Necesitaba estar con ella. Le di mi dirección y esperé.
Cuando llegó, fui a atenderla a la puerta, y se sorprendió bastante al verme con mi cambio de look, aunque también me dijo que me veía bien. A mí no me convence, quizás extraño mucho mi pelo rubio. Subimos a mi cuarto, y ella se sentó en mi cama.
- Por qué, repentinamente, te teñiste el pelo? - me preguntó-.
- Pues... verás...
- Sucedió algo malo hoy?
- Je! Creo que lo ocurrido no cabe en esa palabra.
- Qué ocurrió?
- Emanuel Uribe.
- Qué?
- Hoy pasó por el café donde trabajo. Me tocó atenderlo y le eché somníferos en su taza. No sé por qué, pero sentí que debía quitarle el libro.
- Que qué? Tienes el libro aquí?!
- Sí.
Fui por mi mochila, que estaba a un lado del escritorio. La apoyé sobre la cama y comencé a sacar el polerón con el que cubrí el libro. Luego saqué el libro sorprendido.
- Podría asegurar que el libro era de color azul marino...
El libro presentaba un color amarillento, un poco más oscuro que las páginas de guías telefónicas y mapas de ciudad.
- Pues yo lo veo amarillo - dijo Lucía-.
- Sí, yo también, pero era AZUL MARINO. Cómo pudo haber cambiado de color?
- Llama a Ricardo. Quizás él o Boris sepan algo sobre eso.
- Okay...
Marqué el número que salía en la tarjeta que Ricardo me dio. A éstas horas debería estar trabajando aún.
- Diga? Ricardo Montenegro al habla.
- Ricardo, soy yo Tomás. Necesito hablar urgente contigo.
- Ah, hola! Ya has ido a hablar con el padre Armando?
- No, aún no. Necesito preguntarte algo.
- Ya veo, qué necesitas?
- Sabes acaso por qué el libro cambia de color?
- Ah... a ti también te pasó. Pues sinceramente no lo sé. Lo único que recuerdo es que cuando lo recibí era color caoba, y después de leerlo era verde musgo, nada más.
- Oh... y no sabes quien podría ayudarme con esto?
- Pregúntale a Boris, puede que él sepa algo.
- Okay. Gracias, nos vemos.
- Adiós.
Marqué rápidamente el número de Boris. Primera vez que lo llamaba por teléfono. Sería raro hablar con él así.
- Di-diga? - contestó él-.
- Boris, hola soy yo, Tomás.
- Ah, hola buen amigo, cómo estás?
- Pues de bien no tengo casi nada. La gente ahora piensa que soy ladrón, y el maldito libro cambió de color.
- Qué? Cómo que ladrón? Tienes el libro?
- Sí.
- Puedes venir a mi casa?
- Okay, voy con Lucía.
- Sí, no hay problema.
Corté la llamada, y Lucía estaba ahí con el libro en la mano y mirándome fijamente. Tenía que tranquilizarla, pero cómo? Yo también estaba algo nervioso. Lo único que atiné a hacer fue a darle un beso en la frente y decirle que se calmara.
Nos pusimos en marcha a la casa de Boris. Esperamos el autobús y justo cuando íbamos a subir, Emanuel Uribe pasó en un taxi por la calle de enfrente. Menos mal que no se dio cuenta de que estábamos allí. Pero mi tranquilidad se esfumó cuando me di cuenta que bajaba del taxi enfrente de mi casa. Dios! Sabía donde vivía! Qué hago ahora!!!
Cuando llegó, fui a atenderla a la puerta, y se sorprendió bastante al verme con mi cambio de look, aunque también me dijo que me veía bien. A mí no me convence, quizás extraño mucho mi pelo rubio. Subimos a mi cuarto, y ella se sentó en mi cama.
- Por qué, repentinamente, te teñiste el pelo? - me preguntó-.
- Pues... verás...
- Sucedió algo malo hoy?
- Je! Creo que lo ocurrido no cabe en esa palabra.
- Qué ocurrió?
- Emanuel Uribe.
- Qué?
- Hoy pasó por el café donde trabajo. Me tocó atenderlo y le eché somníferos en su taza. No sé por qué, pero sentí que debía quitarle el libro.
- Que qué? Tienes el libro aquí?!
- Sí.
Fui por mi mochila, que estaba a un lado del escritorio. La apoyé sobre la cama y comencé a sacar el polerón con el que cubrí el libro. Luego saqué el libro sorprendido.
- Podría asegurar que el libro era de color azul marino...
El libro presentaba un color amarillento, un poco más oscuro que las páginas de guías telefónicas y mapas de ciudad.
- Pues yo lo veo amarillo - dijo Lucía-.
- Sí, yo también, pero era AZUL MARINO. Cómo pudo haber cambiado de color?
- Llama a Ricardo. Quizás él o Boris sepan algo sobre eso.
- Okay...
Marqué el número que salía en la tarjeta que Ricardo me dio. A éstas horas debería estar trabajando aún.
- Diga? Ricardo Montenegro al habla.
- Ricardo, soy yo Tomás. Necesito hablar urgente contigo.
- Ah, hola! Ya has ido a hablar con el padre Armando?
- No, aún no. Necesito preguntarte algo.
- Ya veo, qué necesitas?
- Sabes acaso por qué el libro cambia de color?
- Ah... a ti también te pasó. Pues sinceramente no lo sé. Lo único que recuerdo es que cuando lo recibí era color caoba, y después de leerlo era verde musgo, nada más.
- Oh... y no sabes quien podría ayudarme con esto?
- Pregúntale a Boris, puede que él sepa algo.
- Okay. Gracias, nos vemos.
- Adiós.
Marqué rápidamente el número de Boris. Primera vez que lo llamaba por teléfono. Sería raro hablar con él así.
- Di-diga? - contestó él-.
- Boris, hola soy yo, Tomás.
- Ah, hola buen amigo, cómo estás?
- Pues de bien no tengo casi nada. La gente ahora piensa que soy ladrón, y el maldito libro cambió de color.
- Qué? Cómo que ladrón? Tienes el libro?
- Sí.
- Puedes venir a mi casa?
- Okay, voy con Lucía.
- Sí, no hay problema.
Corté la llamada, y Lucía estaba ahí con el libro en la mano y mirándome fijamente. Tenía que tranquilizarla, pero cómo? Yo también estaba algo nervioso. Lo único que atiné a hacer fue a darle un beso en la frente y decirle que se calmara.
Nos pusimos en marcha a la casa de Boris. Esperamos el autobús y justo cuando íbamos a subir, Emanuel Uribe pasó en un taxi por la calle de enfrente. Menos mal que no se dio cuenta de que estábamos allí. Pero mi tranquilidad se esfumó cuando me di cuenta que bajaba del taxi enfrente de mi casa. Dios! Sabía donde vivía! Qué hago ahora!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario