viernes, 9 de julio de 2010

Tercera Parte: Tomás, Epílogo

Al despertar a la mañana siguiente, me sentí como... renovado. Prendí el televisor y mostraban en las noticias: "Periodista se suicida en callejón cerca de la Alameda. No se saben las causas". Creo que nunca las sabrán... Todo eso de la maldición, el estigma de Delacroix, el destino, que aquí que allá, me era un cuento sin sentido alguno, inventado por alguien quizás para tener fama y sentirse "místico". Comencé a especular ideas más realistas sobre las muertes, quizás el bibliotecario y el policía consumieron algo que les hizo mal, y Emanuel, al no ver lo que quizás quería, y como estaba ya algo perturbado mentalmente, tomó la desición de suicidarse, no sé... Ya el librito este me tiene harto.

Me arreglé y partí al río Mapocho. Nos encontramos en el metro Cal y Canto y pedí que me siguieran al puente. Nos paramos en medio, y saqué de mi mochila dos cosas. El libro y la revista.

- Tengo mil preguntas acerca de ESTE libro, preguntas que nadie ha podido responderme concretamente, preguntas que no hay bases para responder. Pero tengo ESTA revista, la que me ha respondido en minutos lo relacionado al libro, todo eso del "destino". Je,je. "La Vérité vent à la Lumière"... La Verdad sale a la Luz. Sí cómo no. Aquí le tengo su verdad al libro.

Me di vuelta, y lancé muy lejos al río el dichoso libro. Si desaparecía de nuestras vidas para siempre, viviríamos más tranquilos.

- Oh Dios... - dijo Ricardo-. No me esperaba eso... pero bueno, nos libra de un peso bastante feo.
- Felicidades, Tomás - me dijo Boris-.
- Crees que ahora podamos estar más tranquilos? - me preguntó Lucía-.
- No lo creo. Estoy SEGURO de ello. Ahora todas las preguntas que me quedan me las responderán ellos.
- Quiénes? - me preguntaron al unísono-.
- Ya verán, ya verán - me reí-.

Lo que nunca supe fue por qué Boris había quedado mudo, pero bueno, para qué volver al pasado si ya podía hablar. Decidímos no hablar del libro nunca más, que todo era una simple broma, y quedamos de acuerdo en que los que murieron fue por alguna causa externa al libro. Boris nos invitó a almorzar a su casa. Una lasaña de rico olor y sabor. Ricardo tuvo que marcharse rápido a su trabajo, pero con Lucía nos quedamos ahí acompañando a Boris. Nos sorprendió cuando dijo: "Por qué no salimos por ahí?". Je... me sentía realmente tranquilo, al saber que la única fuente de respuestas, y con bases, no me mataría...

***

Ese mismo día terminaron los trámites para contratar a un nuevo bibliotecario, el cual tendría que tener sumo cuidado con todos los libros que en la biblioteca habían. Pero el pobre hombre se dio cuenta de que faltaba un libro. Un libro que nunca volvería a su estantería...

FIN

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