Llegamos a la casa de Boris. Yo ya iba bastante asustado por la escena que vi al subir al autobús. Es que acaso nunca nos iba a dejar en paz ese periodista? "El periodista quiere algo, lo cual no puede conseguir", citaba Lucía de lo que le había dicho el difunto policía. Eso me asustaba aún más! Le pedí amablemente que no repitiera esa frase. Boris intuía que habíamos llegado así que antes que tocaramos el timbre de su puerta la abrió. Nos saludamos y pasamos rápidamente a la sala.
- Y bien? Qué pasó amigo? - me preguntó Boris-.
- No sabes nada Boris! Adivina con quien nos encontramos en el paradero cerca de mi casa.
- Espera... te teñiste el pelo?
- Sí, y esto también tiene que ver con la persona que estaba cerca de mi casa.
- Y quién era?
- El periodista.
- Q-qué?!
- Sí... Desde que le saqué el libro parece que anda como un cazador atrás mío.
- Andas con el libro aquí?
- Sí, en el bolso de Lucía.
- Lo has abierto?
- Aún no.
- Bien. Sácalo, por favor.
Lucía lo sacó del bolso, y vi la reacción de Boris, como en recuerdo de su trauma, se llevó la mano a la boca y apenas se le entendió lo que murmuró.
- Tanto tiempo que no lo veía... Así que dices que cambió de color?
- Sí. Estoy completamente seguro de que era azul marino antes de que se lo quitara al tipo ese.
- Creo que el libro cambia según el elegido...
- Cómo es eso?
- Que el libro sabe a quién le toca poseerlo y, pienso yo, "lee" sus pensamientos, emociones, y según lo que concluye de la persona, cambia de color.
- Ja! Lo que me faltaba, ahora el libro tiene el poder de reconocer cómo es la gente.
- Claro, eso sí, nadie más que el libro "sabe" cómo es la persona, o qué concluyó de ella.
- Cómo que nadie más? Ni nosotros mismos?
- El libro tiene una profundidad mayor. Algunos dicen que el libro es Dios, pero en mi opinión, creo que está bastante lejos de serlo.
- Así que, exceptuando las teorías, no hay ninguna respuesta concreta del por qué el libro cambia de color?
- Así es. Cuéntame cómo fue lo del periodista.
- Pues...
Le conté con todo detalle lo que había pasado en el café, cómo salí huyendo, lo que hice al llegar a casa y lo del paradero.
- Pa-Pablo? Jaja!
- No es para reírse.
- Lo sé. Lo siento. Estás en un grave lío.
- Amor - interrumpió Lucy-.
- Sí?
- Por qué no intentas volcar la situación a tu beneficio?
- A qué te refieres?
- Haz que Emanuel piense que eres su conejillo de indias. Sé notorio. Provócalo.
- Con qué fin?
- Dice Boris que el libro cambia de color, cierto? Yo supongo que es cuando el elegido también cambia... o sea...
- Quieres deshacerte de Emanuel?
- Algo así. No es que quiera matarlo, pero nos provoca un gran problema el tenerlo en medio de esto.
- Veamos... - murmuró Boris frente a su computadora-. Emanuel Uribe... aquí está. Hum... dice solo banalidades. Ah! Miren! Dice que sufre problemas cardíacos.
- Ves, Lucy? No podemos "deshacernos" de él tan fácilmente. No quiero quedar como un criminal.
- Hum... pues... solo era una idea. Lo siento.
Seguimos buscando información, claro, si en cuatro años Boris no encontró nada, en un par de minutos menos lo haríamos. De pronto alguien llama a la puerta. Boris sale a atender, pero antes mira a través del ojo de la puerta.
- No se ve que sea el periodista - dijo Boris-.
Abrió la puerta, yo me paré al pasillo para ver quien era. Eran dos sujetos de apariencia formal.
- Buenos días! Somos testigos de Jehová, mi nombre es Sebastián, y el es Gonzalo.
- Hola... - dijo algo tímido el joven de al lado-.
- Estamos presentándoles este tema a todos nuestros ve...
- Dis-disculpe, estoy ocupado - le interrumpió Boris-.
- Oh! No se preocupe, pero me gustaría dejarle este obsequio en sus manos.
- S-sí, cómo no.
- Esperamos que lo pueda leer, pasaremos en otra ocasión. Adiós! - se despidió el chico con una sonrisa-.
- Adiós - dijo el joven que iba con él-.
Boris cerró la puerta y caminó hacia la sala, dejó una revista sobre la mesa de centro. Me acerqué a verla, y la portada decía "Despertad!" y abajo decía "Qué es realmente el Destino?". Quedé helado. Era la respuesta a lo que buscábamos. Tuve la tentación de leerla, pero no quería aún. Tenía que buscar más información, e ir a hablar con ese cura...
- Y bien? Qué pasó amigo? - me preguntó Boris-.
- No sabes nada Boris! Adivina con quien nos encontramos en el paradero cerca de mi casa.
- Espera... te teñiste el pelo?
- Sí, y esto también tiene que ver con la persona que estaba cerca de mi casa.
- Y quién era?
- El periodista.
- Q-qué?!
- Sí... Desde que le saqué el libro parece que anda como un cazador atrás mío.
- Andas con el libro aquí?
- Sí, en el bolso de Lucía.
- Lo has abierto?
- Aún no.
- Bien. Sácalo, por favor.
Lucía lo sacó del bolso, y vi la reacción de Boris, como en recuerdo de su trauma, se llevó la mano a la boca y apenas se le entendió lo que murmuró.
- Tanto tiempo que no lo veía... Así que dices que cambió de color?
- Sí. Estoy completamente seguro de que era azul marino antes de que se lo quitara al tipo ese.
- Creo que el libro cambia según el elegido...
- Cómo es eso?
- Que el libro sabe a quién le toca poseerlo y, pienso yo, "lee" sus pensamientos, emociones, y según lo que concluye de la persona, cambia de color.
- Ja! Lo que me faltaba, ahora el libro tiene el poder de reconocer cómo es la gente.
- Claro, eso sí, nadie más que el libro "sabe" cómo es la persona, o qué concluyó de ella.
- Cómo que nadie más? Ni nosotros mismos?
- El libro tiene una profundidad mayor. Algunos dicen que el libro es Dios, pero en mi opinión, creo que está bastante lejos de serlo.
- Así que, exceptuando las teorías, no hay ninguna respuesta concreta del por qué el libro cambia de color?
- Así es. Cuéntame cómo fue lo del periodista.
- Pues...
Le conté con todo detalle lo que había pasado en el café, cómo salí huyendo, lo que hice al llegar a casa y lo del paradero.
- Pa-Pablo? Jaja!
- No es para reírse.
- Lo sé. Lo siento. Estás en un grave lío.
- Amor - interrumpió Lucy-.
- Sí?
- Por qué no intentas volcar la situación a tu beneficio?
- A qué te refieres?
- Haz que Emanuel piense que eres su conejillo de indias. Sé notorio. Provócalo.
- Con qué fin?
- Dice Boris que el libro cambia de color, cierto? Yo supongo que es cuando el elegido también cambia... o sea...
- Quieres deshacerte de Emanuel?
- Algo así. No es que quiera matarlo, pero nos provoca un gran problema el tenerlo en medio de esto.
- Veamos... - murmuró Boris frente a su computadora-. Emanuel Uribe... aquí está. Hum... dice solo banalidades. Ah! Miren! Dice que sufre problemas cardíacos.
- Ves, Lucy? No podemos "deshacernos" de él tan fácilmente. No quiero quedar como un criminal.
- Hum... pues... solo era una idea. Lo siento.
Seguimos buscando información, claro, si en cuatro años Boris no encontró nada, en un par de minutos menos lo haríamos. De pronto alguien llama a la puerta. Boris sale a atender, pero antes mira a través del ojo de la puerta.
- No se ve que sea el periodista - dijo Boris-.
Abrió la puerta, yo me paré al pasillo para ver quien era. Eran dos sujetos de apariencia formal.
- Buenos días! Somos testigos de Jehová, mi nombre es Sebastián, y el es Gonzalo.
- Hola... - dijo algo tímido el joven de al lado-.
- Estamos presentándoles este tema a todos nuestros ve...
- Dis-disculpe, estoy ocupado - le interrumpió Boris-.
- Oh! No se preocupe, pero me gustaría dejarle este obsequio en sus manos.
- S-sí, cómo no.
- Esperamos que lo pueda leer, pasaremos en otra ocasión. Adiós! - se despidió el chico con una sonrisa-.
- Adiós - dijo el joven que iba con él-.
Boris cerró la puerta y caminó hacia la sala, dejó una revista sobre la mesa de centro. Me acerqué a verla, y la portada decía "Despertad!" y abajo decía "Qué es realmente el Destino?". Quedé helado. Era la respuesta a lo que buscábamos. Tuve la tentación de leerla, pero no quería aún. Tenía que buscar más información, e ir a hablar con ese cura...
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